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La democracia Participativa como estilo de vida

Frente a un panorama desolador en nuestro país, de violencia, de injerencia del crimen organizado, del debilitamiento de las instituciones, de la influencia cada vez más grave de la ideología de género y el aborto, lo último que puede privar en los ciudadanos creyentes es la desesperanza.

Así, con la inspiración de las comunidades eclesiales de base, la iglesia de Guadalajara promueve la democracia participativa como estilo de vida en las comunidades más pobres, en las comunidades parroquiales. Está en proceso la creación de los Consejos Parroquiales de Participación Ciudadana (Coppaci).

Las Comunidades Eclesiales de Base en México se comenzaron a promover a mediados de la década de los setenta del siglo 20, y estaban compuestas por laicos de las comunidades rurales, de las colonias pobres de las ciudades. Se componían de personas que, a partir de una reflexión crítica de la realidad iluminada por la lectura de la biblia, con la orientación de sacerdotes y religiosos comprometidos, tomaban conciencia de sus problemas y actuaban a la luz de la doctrina social de la iglesia a través del impulso del Concilio Vaticano II.

Los así llamados Coppaci, como las anteriores comunidades eclesiales de base, promueven la democracia y la participación ciudadana y se integran por miembros de los distintos grupos parroquiales y ciudadanos que muestran interés en la participación y promueven de manera permanente el compromiso social de los católicos.

Así, de la reflexión conjunta en los talleres de fe y política, en la coyuntura del proceso electoral del 2 de junio, han avanzado en su conformación, promoviendo que la participación no se agota en la democracia electoral mediante el voto.

Una de las dinámicas del taller es el México con el que sueño, como una expresión colectiva y evocación de la esperanza:

Sueño con un México diferente. Un país donde no haya violencia, asesinatos y desapariciones. Sueño con una nación en donde nadie sufra el flagelo del hambre ni de la pobreza. Se sueña en un país donde no haya mordidas, en el que no sea necesaria la mochada ni la transa para conseguir lo que se necesita. Se sueña con un México que defienda la vida. Un país en donde todos tengan derecho a nacer y a crecer en un entorno verdaderamente humano.

Se sueña con un México en donde las mujeres sean respetadas y valoradas. Un país sin trata de blancas, en el que hombres y mujeres podamos convivir bajo los principios de equidad y complementariedad. Se sueña con un México con una educación de calidad. Un país en donde los padres sean los principales responsables de la educación de sus hijos y no la dejen solo en manos del gobierno.

Y por último en el México de hoy, se sueña con una nación unida en donde los políticos no dividan a unos contra otros, a buenos contra malos, a fifís contra chairos. Un país en que lo que importa no es defender a un político o partido, sino defender el bien común.

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