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Misterio (II)

Un misterio es aquello que no se puede explicar, comprender o descubrir, es algo reservado, secreto y recóndito. Así se define de manera simple en una sencilla búsqueda en Google.

Es esa acepción la que podemos aplicar a la negativa de gobernantes y autoridades a aceptar la grave crisis de desaparición de personas existente tanto en el país como en el estado y, por lo mismo, a la ausencia de acciones para ponerle remedio al problema.

A nivel federal, simplemente se cruzan de brazos mirando la estadística crecer como si se tratara de mirar una línea de producción en una fábrica. Ni siquiera les azora la interminable ausencia de personas, ciudadanos mexicanos, que ahora están y más tarde ya no, se esfuman como por arte de magia.

En Jalisco parece que por lo menos les incomoda. Se resisten a aceptarlo, claro, pero les sienta como una piedrita en el zapato. ¿Qué hacen gobierno y autoridades al ver crecer la estadística? ¿Organizan intensos operativos de búsqueda y rescate? Desde luego que no. Sólo dan instrucciones a los responsables de los registros para maquillarlos de manera tal que parezca que las estadísticas decrecen. Que los desaparecidos aparecieron de repente. O simplemente retiran algunos nombres del registro aduciendo que se fueron porque quisieron, que andan con el novio, que se fueron de parranda con sus cuates.

La realidad de las desapariciones es mucho más oscura que eso. Se sabe, por ejemplo, que muchas, tal vez la mayoría, tienen que ver con el crimen organizado.

Hay testimonios que aseguran que se llevan niños como halcones que vigilen sus operativos y alerten si hay policías cerca. Algunos que lograron huir señalan que los jóvenes son reclutados como sicarios, asesinos por encargo, para sacarse de encima a personas incómodas para sus negocios.

Hay a quienes se llevan para el negocio de trata de personas. Niños, adolescentes y jóvenes, hombres y mujeres, que son vendidos por las redes de criminales tanto en el país como fuera de él, como mercancías para satisfacer las oscuras perversiones se sus depravados clientes.

Hay muchas otras vertientes criminales que podrían explicar las ausencias involuntarias, tal vez la menos terrible, aunque no por ello aceptable, sea el secuestro como negocio: libertad por dinero.

A pesar de tratar de dar una explicación a las desapariciones, queda el misterio de la displicencia e insensibilidad del gobierno, la carencia absoluta de empatía hacia los ausentes y, más importante aún, hacia sus familiares que viven con la aflicción.

Al parecer sólo habría una justificación para semejante negligencia: el acuerdo para dejar hacer. En el caso del gobierno federal han sido expuestos por investigadores nacionales e internacionales los acuerdos establecidos de impunidad a cambio de financiamiento de, al parecer, tres campañas presidenciales.

En el estado, aunque poco se ha dicho al respecto, resulta evidente que hay algún tipo de arreglo local que impide que la autoridad actúe para frenar los actos criminales. Así, ante las preguntas de la sociedad, la respuesta del gobierno es que esos delitos no son su responsabilidad, sino que son del orden federal.

Ojalá que pronto llegue el momento en que se investiguen esos crímenes en los tres órdenes de gobierno, incluido el de cerrar los ojos y oídos ante lo evidente.

Así sea.

X: @benortega

GR