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¿Asesinato?

Recuerdo que a mediados de los años sesenta del pasado siglo todavía operaban en México dos calendarios escolares; en algunos estados principalmente en el norte tenían el que manejamos actualmente, en tanto que en el resto del país el ciclo escolar iniciaba en febrero y terminaba en noviembre. Las vacaciones intermedias eran los últimos 10 días de mayo y septiembre, en vez de las actuales que incluyen la Semana Santa y la de Pascua, y las de Navidad y Año Nuevo.

En aquellos años mi papá nos mandaba, a mis hermanos y a mí, con un colaborador a pasar las vacaciones de mayo a Jilotepec, en el Estado de México, donde éramos recibidos por los tíos Beto y Pilar. Allá convivíamos con los primos Paty, Beto, Fer y Javi, aunque este último estaba aún muy pequeño.

En ese entonces era bastante seguro andar en las calles del pueblo, por lo que nos movíamos con bastante libertad a todas horas, a pesar de que había algunas diferencias entre dos familias cuyos integrantes se atacaban unos a otros con consecuencias fatales.

Un día, mi tío, que era el presidente municipal, nos prohibió terminantemente acercarnos a la zona del edificio de la alcaldía; sin embargo, como era de esperarse, nos ganó la curiosidad y desobedecimos sus indicaciones sólo para toparnos con una pickup estacionada en la calle en la que había un cadáver mal cubierto con una lona producto de las rencillas entre familias.

Nos llevamos un susto tremando, pues era la primera vez que veíamos un muerto y, además, balaceado, lo que no era algo habitual.

Siempre ha habido asesinatos a lo largo de la historia de la humanidad. Algunos son daño colateral producidos por incidentes violentos como un robo en el que muere alguien por una bala perdida, otros son verdaderas atrocidades y, unos más, verdaderas monstruosidades.

Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) hubo alrededor de 200 mil homicidios, la mayor cantidad de asesinatos en una administración federal. Esto es producto de una política de seguridad laxa: abrazos no balazos, que llevó al país a niveles de impunidad nunca vistos.

Uno de los últimos asesinatos atroces ocurridos en al país fue el de Alejandro Arcos, alcalde de Chilpancingo, a quien, además, decapitaron. Días antes habían asesinado al Secretario General del ayuntamiento y a un asesor del alcalde. Hechos estos que manchan la administración de Claudia Sheinbaum Pardo (CSP), que apenas comienza.

En otros temas me parece pertinente comentar que sacar de la terapia intensiva a doña Ifigenia Martínez, una mujer muy enferma que se encontraba hospitalizada, precisamente porque requería de ese tipo de cuidados para mantenerse con vida, sólo para que le impusiera la banda presidencial a Claudia Sheinbaum, por mucho simbolismo que esto tuviera, fue una imprudencia.

Aunque ella haya aceptado salir para estar en el acto solemne del pasado 1 de octubre, me parece que AMLO y CSP debieron haber declinado pare evitar poner en riesgo la vida de doña Ifigenia e impedir así lo que a la postre ocurrió: que falleciera unos días después.

Aunque ella hubiese aceptado ir, llevarla fue inhumano. No deberían tolerarse esos niveles de infamia.

Así sea.

X: @benortega

 

jl/I