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Nuevas promesas para el río Santiago

Recientemente, la presidenta Claudia Sheinbaum presentó el Plan Nacional Hídrico 2024-2030 y, por su parte, el gobernador Enrique Alfaro hizo públicos los resultados de su Estrategia Revivamos el Río Santiago 2050, conocido antes de la colonización, en lengua nahua, como el río Chinahuapan, debido a que su cauce era enriquecido por los siguientes ríos: Atemajac, San Juan de Dios, Blanco y las vertientes de Copala, el arroyo Milpillas, los arroyos Agua Fría y Agua Salada, El Limoncillo, el arroyo Los Camachos, el río Achichilco y el lago Agua Azul.

Durante siglos este río, el más importante de Jalisco, y sus tributarios aludidos, junto con el lago de Chapala, la laguna de Cajititlán y los bosques que circundaban el valle de Atemajac, fueron los bienes naturales comunes que hicieron posible el clima envidiable y el ambiente saludable que caracterizó a Guadalajara, hasta que, desde mediados del siglo veinte y hasta la fecha, fueron asaltados por el progreso y el desarrollo, que sin ninguna contemplación ambiental, a fuerza de descargas de desechos tóxicos sin tratar, bulldozer, incendios, urbanizaciones y monocultivos esparcidos a lo largo y ancho de la cuenca del río Santiago terminaron por convertirla en zona de extermino social y ambiental.

Las enfermedades, la muerte y la desesperanza tienen paso libre en esta cuenca en la que no hay día en que no muera alguien. Y por más que digan y prometan que lo rescatarán, no lo hacen. Solo ha habido simulación que les permita mantenerse en el poder y reforzar los procesos de acumulación por despojo.

En la administración del gobernador Alfaro se rigen, según dijeron, por el principio de que “lo que no se mide no se resuelve”. No estoy de acuerdo con esta mirada cuantitativa y tecnocrática. También el sentido común, la sensibilidad y la compasión importan.

Este río, por lo demás, ha sido diagnosticado en varias ocasiones por la CNA, la CEA, el IMPTA y la Universidad de San Luis Potosí. Además de múltiples indagaciones que hemos hecho muchos investigadores e investigadoras de la UdeG, del ITESO y el CIESAS. La conclusión común: es un río muerto.

En el informe presentado por el gobernador Alfaro, al final le deja la encomienda al gobernador electo Pablo Lemus de concluir esta estrategia de largo plazo. Por su magnitud, este tipo problemas solo encuentran solución en el largo plazo, pero sin dejar de hacer algo todos los días. Sin importar quien gobierne. Aunque cuenta mucho cómo, con quién y para qué se hace.

En la exposición de este informe se habló de la presencia de muchos sujetos comprometidos con el tema, pero llamó la atención que no hubo ninguna alusión a la presencia y compromiso de los industriales del Corredor Industrial El Salto-La Barca, principales contaminadores del río. Eso está claro y medido.

Como sea, Claudia ya ha comprometido dinero público. Lo que no sabemos es cuál será el aporte de los industriales que se han enriquecido matando al río. De no resolverse esta ausencia y contar su explícito compromiso con la conservación del río, cualquier estrategia y plan volverá ser un fracaso y, dentro de seis años, quienes sobrevivamos a la contaminación seguiremos comentando de este ecocidio.

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jl/I