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La ciudad bajo amenazas

Además de los riesgos y las amenazas de la guerra informal y la violencia cotidiana (seguimos en primer lugar en desapariciones), existen otros que nos ha traído este sistema y que todos debemos enfrentar. Ya en otras columnas me he referido a ellos. Se trata de las muchas formas como, desde hace algunos años se expresa en nuestro territorio urbano el colapso climático.

Tanto en Jalisco como en los municipios que integran actualmente el Área Metropolitana de Guadalajara, desde finales del siglo pasado, estos han venido siendo gobernados por autoridades provenientes del PAN y de MC. Y, como vemos, igual que el partido tricolor, estos siguen sin cumplir sus promesas de enfrentar y resolver los problemas que nos dañan la vida.

Lo que si ha sucedido es que, a la metrópoli tapatía, le han modificado su perfil urbano típico sin considerar los impactos ambientales. El cártel inmobiliario, de la mano de estos gobiernos, vía la política de gentrificación y obteniendo jugosas ganancias, destruyendo mucho del patrimonio histórico urbano y de los bienes comunes naturales, la está convirtiendo rápidamente en una ciudad global, como la que se puede encontrar en cualquier otro país del mundo occidental.

Una no ciudad, o una marca, dicen orgullosos los gobernantes que se autoconvencen de que la GDL metropolitana es sustentable, limpia y saludable. En realidad, muchos barrios han sido sometidos a violentos procesos de urbanización que han alterado su vida cotidiana. Mucha población ha sido despojada y desplazada. La han puesto en la necesidad de encontrar otra vivienda, dejando aquellos lugares donde habían vivido por años y creado redes de sociabilidad.

Así, para la mayoría de la población, la ciudad es cada vez más caótica. Por ello, en términos de vialidad ya cualquier hora es hora pico. Las calles están invadidas de vehículos motorizados.

Por todos los rumbos se reproducen las desigualdades y las nocividades que afectan la salud y, por tanto, en general, es menos propicia para disfrutarla. Los bosques La Primavera y el Nixticuil cada año sufren varios incendios y su dimensión y capacidad para producir oxígeno se reduce. Sin embargo, hasta el momento ningún gobierno estatal o municipal se ha planteado crear bosques.

En estas condiciones venimos enfrentando los efectos del colapso climático que cada vez son más fuertes, debido a las formas devastadoras de producir la ciudad que, hasta ahora nadie, desde el poder, ha querido modificar. Al contrario, pareciera que se trata de agotar los bienes naturales (bosques, agua, aire limpio) que aún quedan.

Apenas esta semana el doctor en ciencias biológicas y edafólogo, Arturo Curiel Ballesteros, reiteró los riesgos a los que cada año nos enfrentamos quienes habitamos esta conurbación. Entre otros: mayores lluvias y, por tanto, inundaciones y hundimientos. Olas de calor de mayor duración. Temperaturas extremas, mayores incendios forestales, sequía y contaminación de cuerpos de agua. Emisiones de gases de efecto invernadero. Caos vehicular y mayor contaminación del aire.

Este tipo de diagnósticos no son desconocidos por las autoridades municipales y estatales. De hecho, si se les pregunta dirán que los comparten, pero otra cosa muy diferente es que actúen en consecuencia.

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GR