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Keiyatsita

Muchos nombres de la inmensa geografía de México los hemos conocido, desafortunadamente, hasta que, como es el caso, están en riesgo de desaparecer o ser dañados por algún proyecto del desarrollo capitalista. Así, hace algún tiempo supimos de Wiricuta y hoy nos estamos enterando que existe un lugar llamado Keiyatsita y que es otro de los muchos sitios sagrados de los pueblos wixárica y náyeri. Este lugar se localiza en la cuenca del río San Pedro Mezquital, en el municipio de Rosamorada, Nayarit.

A finales del mes de mayo los dos pueblos originarios wixárica y náyeri se reunieron en Keiyatsita y reafirmaron su compromiso de ser guardianes de los lugares sagrados de su geografía porque les transmiten conocimientos, sabiduría y les enseñan a cuidar a la madre tierra. Pero, además, este lugar sagrado tiene otra importancia, ya que se considera como el lugar de origen, la raíz, de la deidad Tatei Niwetsika (la Madre Maíz) en sus cinco colores (amarillo, azul, rosa, blanco y pinto). Por ello, también refrendaron su compromiso para mantener viva la semilla y con ello su vida misma. Con esta reunión, dijeron, cumplieron una deuda histórica postergada y sellaron el compromiso para que cada vez que sus deidades les soliciten ofrendarse, lo harán siempre con unidad y coordinación.

¿Qué está sucediendo en Keiyatsita que hizo posible que ahí se reunieron estos pueblos originarios? Como ya sabemos, el gobierno mexicano, a través de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), con el argumento de que es una forma menos contaminante, concentra su política hidráulica en la construcción de plantas hidroeléctricas (presas), a pesar de que existen varias otras maneras de generar electricidad. En este caso se trata de la construcción de la presa Las Cruces sobre el cauce del río San Pedro, con una cortina de 188 metros de altura. Este río está considerado como el séptimo más caudaloso del país y es el único, en todo el noroeste de México, sin embalses. Se sabe que, en realidad, este proyecto “es la punta de lanza de un megaproyecto hidroeléctrico que incluye la construcción de más presas en el mismo río y otras en el río Acaponeta. A esto se le conoce como el Plan Hidráulico del Noroeste”.

De construirse esta presa, además de destruir los lugares sagrados que históricamente han resguardado wixárikas y náyeris, se afectarían entre 4 mil 550 y 5 mil 350 hectáreas en las que, entre otros bienes naturales, se encuentra una gran biodiversidad de especies no humanas que tienen ahí su hábitat, además de las poblaciones humanas (más de 6 mil habitantes) que, como ya es costumbre, el gobierno a través de la CFE las desprecia al afirmar simplemente que se trata de “pequeñas poblaciones”. Sólo les falta decir que como son mayoritariamente indígenas, pues menos importan. Forman parte de la población pobre -indígena y mestiza-  que el capital y el Estado consideran como “desechables”.

Además de lo anterior, ya se han hecho muchas críticas a este proyecto que evidencian que no es sustentable y que, como también es común en este tipo de proyectos, el gobierno mexicano insiste en no respetar la obligatoriedad del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que exige la consulta a las comunidades que podrían ser afectadas.

La resistencia contra la presa Las Cruces ahora la harán juntos náyeris y wixáricas. Por ello, la reunión de estos pueblos originarios, como los compromisos asumidos, considero, son de mucha importancia y potencialidad para el presente/futuro de las luchas regionales contra la hidra capitalista. Tampoco fue sólo casualidad que en su declaración enviaran un saludo al Congreso Nacional Indígena (CNI) deseándoles suerte en la constitución del Concejo Indígena de Gobierno (CIG).

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FV/I