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Plasmar

A un año de distancia pareciera que la muerte de Luz Raquel Padilla quedó en el olvido, después de que causara una gran indignación.

Un vecino detenido y después liberado, una comparecencia a puerta cerrada de la que jamás supimos nada, porque el Congreso del Estado consideró que, si era abierta, la víctima podía ser expuesta innecesariamente; y una Fiscalía del Estado y un Ciencias Forenses que mostraron mil y un detalles en los que sugerían que ella misma habría atentado contra su vida o, al menos, su muerte habría sido resultado de un accidente causado por ella.

Ese, podríamos decir, es un magro resumen de lo que pasó tras los hechos en los que, en un parque de Zapopan, Luz Raquel sufrió quemaduras que le causaron la muerte varios días después.

Pero de alguna forma también, como suele ocurrir con ciertas personas, su fallecimiento causó una oleada de reflexiones y acciones.

Nos cuestionamos qué se hace (o no) por las personas encargadas de cuidar de otros, cómo podemos respaldar, qué apoyos hay desde las autoridades, cómo los vínculos con otras cuidadoras (los trabajos de cuidados recaen avasalladoramente en las manos de mujeres) permiten que todas salgan adelante un poco más ligeras, más entendidas, más escuchadas.

En marzo, la colectiva Yo Cuido inauguró un memorial. La obra, llamada Mural de Luz, fue pintada en una céntrica pared, en las calles de Hidalgo y Juan N. Cumplido. Ahí, las artistas plasmaron el amor que Luz Raquel tenía por Bruno, su hijo, un adolescente neurodiverso que quedó bajo el resguardo de la familia de Luz.

Y esta pieza no solo es un recordatorio de ella como cuidadora, como mujer, como madre, sino también, lo refirieron entonces quieres participaron en la elaboración y develación, una forma de denuncia acerca de que Luz realizaba trabajos de cuidados intensos, extensos y especializados, lo que le impedía tener acceso a un empleo o a un ingreso digno.

Esta situación, señaló entonces la activista Dulce María Tiznado, la tenía confinada a un ciclo vicioso donde la precarización no dejaba alternativas ante un vecindario que violentaba a Bruno por su condición de discapacidad y que violentaba a Luz por ser mujer, pobre y madre jefa de familia con un hijo con discapacidad.

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En agosto de 2021 otro mural de exigencia fue pintado en Guadalajara, en Federalismo casi esquina con Manuel Acuña.

En este memorial también están representados una mujer y un bebé. Se trata de Elizabeth y Tadeo, quienes murieron en mayo de 2018 debido a las quemaduras causadas luego de que el camión en el que iban fuera incendiado intencionalmente por integrantes del crimen organizado, tras un atentado contra el entonces secretario Luis Carlos Nájera (quien conservó su vida).

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Hace un año, el 19 de junio de 2022, en la avenida 16 de Septiembre casi esquina con La Paz, el colectivo Casa Quinqué pintó el mural Hasta encontrarles, en referencia a las entonces 15 mil personas desaparecidas en Jalisco. Estas palabras fueron acompañadas de decenas de nombres de personas desaparecidas que siguen siendo buscadas por sus familias. Fue una forma de traer, de hacer visibles a quienes no están.

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Los murales de memoria han permitido a las familias y los colectivos hacer arte aquello que nos lastima a todos. Si bien por una parte también se trata de celebrar la vida y el recuerdo, por la otra nos hacen ser conscientes, aunque sea unos segundos, al verlos, de lo profundo de nuestras heridas, de nuestros problemas, de lo urgente y lo importante y, creo, sobre todo ello, de la necesidad de que esas personas que son víctimas de la violencia que nos rodea tengan acceso a la justicia.

Por completo.

Twitter: @perlavelasco

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