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Tiempo de aniquilación

Hace un mes, la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos publicó un estudio que revela que actualmente estamos viviendo el sexto evento de extinción masiva de especies, cuyas dimensiones equivalen a una “aniquilación biológica”.

El estudio es encabezado por dos científicos connotados: Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Paul Ehrlich, profesor emérito de Estudios de Población Bing en la Escuela de Humanidades y Ciencias de Stanford.

La desaparición de especies en el planeta es un evento que ocurre de manera natural como parte de los procesos de la vida. Las cinco extinciones anteriores se han dado en un tiempo largo, suficiente para que, a pesar de que unas desaparezcan, hay otras que van tomando su lugar y asumen sus funciones ecológicas.

Sin embargo, la extinción que ahora está ocurriendo es “inusualmente rápida”, tomará unas cuantas generaciones. El estudio dice que la tasa que ahora está presente es 35 veces más rápida que la de la última extinción, sin la intervención humana. Los científicos explican que se están cayendo ramas enteras del árbol de la vida sin dar tiempo a que crezcan otras que reemplacen a las que se han perdido.

Esta ola de extinción ha golpeado a los animales vertebrados. En primer lugar, a las aves, seguidas de los mamíferos, los anfibios y los reptiles.

Para una persona que nació en los años 90 estos datos quizás no lo asombren, dado que la amenaza de la extinción se anunciaba debido al ritmo de destrucción de la naturaleza, desde los años 80. Es posible que esta persona no haya podido saber, hasta la fecha, si alguna vez se topó en el zoológico con alguna especie que prácticamente ya esté desaparecida o esté desapareciendo. Peor aún, tal vez opine que ese tema está fuera de su experiencia de vida.

Sin embargo, perder especies masivamente, como está ocurriendo, es un evento que no puede más que reflejarse en los niveles planetarios, comprometiendo las condiciones para que siga la vida humana, tal como la conocemos. Recientemente experimentamos la aparición de un virus, el SARS- CoV-2 causante de la enfermedad conocida como Covid-19, que provocó la muerte de 7 millones de personas, según la base de datos Statista, al 8 de agosto de este año. Entre las causas asociadas al arribo del virus al ser humano está la desaparición de especies que obran como barrera natural. De ahí que los expertos aseguren que los daños potenciales de esta extinción masiva serán sentidos en la población humana.

Los datos son preocupantes y los estudiosos reconocen que las sociedades deben emprender acciones que frenen este proceso. Ceballos señaló: “Como científicos, debemos tener cuidado de no ser alarmistas, (pero) no sería ético no explicar la magnitud del problema, ya que nosotros y otros científicos estamos alarmados”.

Los expertos llaman a tomar medidas, todas las posibles respecto de las causas que están ligadas a la extinción de especies: las actividades industriales. Dicho así, nuevamente podríamos evadirnos de nuestra participación. Pero sabemos que la base de la destrucción causada por las industrias está en nuestros hábitos de consumo, nuestra inacción ante la deforestación y la contaminación del agua… todas esas actividades ocurren por el vacío ético, el actuar indiferente y extremadamente individualista que caracteriza esta época. La vida reclama un giro en la manera de estar en la Tierra. El tiempo de la comodidad y de la irresponsabilidad se agotó.

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