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El inicio del fin de mandato

Después del inédito e inesperado proceso de selección de aspirantes (virtuales candidatas) de las dos coaliciones de mayor peso en el país, Juntos Hacemos Historia (JHH) y el Frente Amplio por México (FAM), que se desarrollaron en el justo límite de la necesidad de intervenir de la autoridad electoral y, que se trató de procesos de selección de lo que al interior de esas coaliciones se denominó: Coordinadoras.  El revuelo que causó este extraño proceso que se vinculó con dos elementos que marcaron un pulso mediático importante, por una parte, la controversia del presidente de la República contra una candidata, Xóchitl Gálvez de FAM que, concluyó en septiembre con la designación de aspirantes coordinadoras de las respectivas coaliciones y, por otra parte, la controversia, nuevamente del presidente con la presidente de la Suprema Corte de Justicia y de la renovación de mandos directivos del INE.

A partir de este mes, se define un momento particular en el país al estar en condiciones, de acuerdo con lo reglamentado, de la publicación de las convocatorias para la selección de aspirantes a las candidaturas de los puestos de elección en sus diversos ámbitos de funciones. De esta forma, el calendario se perfila de la siguiente manera: 4 de noviembre: CDMX, Jalisco y Yucatán; 14 de noviembre: Tabasco; 24 de noviembre: Guanajuato y Morelos; 24 de diciembre: Puebla; 1 de enero: Veracruz y; 21 de enero: Chiapas.

Se trata, en este caso, de un esquema muy diferente que el que tuvo lugar hace un par de meses por la Presidencia de la República. En el caso de los estados del país, como se ha visto en otros procesos electorales estatales, se pone a prueba la organización y funcionamiento de las estructuras de operación de los partidos. Sobre ese punto, hay elementos de peso considerable en las estructuras de mayor sedimentación social de partidos que cuentan con una historia y una organización de bases.

Por primera vez, la idea de la “aplanadora oficial”, como en los tiempos del priismo contundente, se pusieron a prueba a lo largo de este sexenio. En diferentes estados en los que hubo elecciones, surgió como una nueva fuerza local el partido en el poder pero, sin un arraigo local, sino con el arrastre del carisma del líder del partido y con un acercamiento institucional a las estructuras de gobierno. Sin embargo, en este momento, el desgaste de la marca del presidente en diversos sectores y ámbitos de efectividad de gobierno, ya no cuentan con la misma aprobación inicial. En el artículo de Alejandro Moreno de El Financiero de noviembre 3 de 2023, señala que: “De acuerdo con la encuesta, 39 por ciento de las personas entrevistadas calificó como bien o muy bien “la manera en que el gobierno de López Obrador está tratando la emergencia por el huracán Otis en Guerrero”, mientras que 37 por ciento calificó como mal o muy mal”. Se trata de una evaluación que ya no valora exclusivamente a la persona del presidente sino a sus estrategias de gobierno.

Dos aspectos se van a presentar como las líneas constantes que veremos en los próximos meses, una férrea línea de manejo presupuestal para desarrollar un control estricto sobre todos los sectores de la administración pública y, una línea fuerte de comunicación política. Se tratará de un poderoso restablecimiento de la narrativa para compensar el efecto de la catástrofe de Acapulco y del manejo desestructurado de la crisis.

El problema en esta fase de la administración lo constituye que, en primer lugar, se trata del fin de la administración que es un factor central y que hace que la estrategia no pueda ser la misma. Por otra parte, inicia oficialmente el proceso electoral y su nombre no estará en la boleta. Veremos un proceso intenso, complejo y de muchos elementos inesperados en la gestión de la conclusión del mandato.

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