INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

El arranque de la línea

El cierre de mandato comienza a revelar la forma en la que se va a desarrollar la línea proselitista hasta el 2 de junio de 2024. Al margen de cuáles sean las estrategias de administración pública cuyos proyectos de mayor visibilidad están concentrados en las obras emblemáticas que siguen y seguirán en desarrollo, como lo son el tren maya, la refinería Dos Bocas, el seguimiento del Aeropuerto Felipe Ángeles en su carácter de propósitos de generación de infraestructura que seguirán concentrando la mayor atención presupuestal de conclusión de la administración de este año.

Quedan en suspenso las líneas estratégicas para el combate a la inseguridad que, aunque se presenten resultados parcialmente poderosos, seguirán constituyendo un elemento importante de falta de una estrategia integradora en los diferentes niveles de administración y que siguen constituyendo un elemento importante sin atención verdaderamente integral.

La salud pública, que se vio fuertemente transgredida con la desaparición de un modelo como lo era el del Seguro Popular, que se sustituyó con otro modelo que fracasó, como lo fue el Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) y que ahora, de manera desordenada, derivan a millones de pacientes al IMSS, sin capacidad para atender adecuadamente a sus afiliados y a los que hay que sumar los casos que quedaron a la deriva por la desaparición del Insabi. Igualmente, la duda que queda en relación con la reconstrucción de Acapulco, arrasado por el huracán Otis y cuya secuela de destrucción y desestabilización de esa región del país no cuenta con ninguna atención presupuestal en firme, salvo un cúmulo de declaraciones que no se derivan en acciones concretas cuantificables de apoyos sólidos para la recuperación de la región.

Al margen de esos elementos, como muestra de los retos que ha tenido y sigue teniendo la administración federal, el presidente señaló el viernes pasado en una de sus reuniones promocionales que: “Yo obtuve el apoyo de 31 millones de ciudadanos (para ganar la elección presidencial de 2018), en la próxima elección, se los aseguro, hacemos una apuesta de que va a ganar, la que me va a relevar, va ganar con más de 31 millones de votos”.

En una clara alusión a la aspirante coordinadora de la defensa de la cuarta transformación, se señala que el rumbo del trabajo político estará concentrado en el llamado voto duro de Morena, añadiendo los partidos periféricos, respecto de los cuales se tiene esa expectativa.

El trabajo de sostenimiento de la intención de voto se concentrará, ciertamente, en el mantenimiento de los núcleos sociales que han dado muestras de mantenerse en esa línea de interés político. El proceso de selección de precandidatas y candidatos de Morena el fin de semana pasado, con un método sin regularidad o sentido comprensible, se orientó, al margen de la intención efectiva de votos de diferentes sectores sociales, hacia algunos de sus candidatos, se decantó por la línea de mantenimiento de la ortodoxia afín al esquema planteado por su carismático líder, totalmente al margen del interés ciudadano en las propias encuestas de Morena, así como de las encuestas espejo que se contrataron.

Una vez definida, sin dudas de ninguna especie, la ruta de la selección del resto de las candidaturas, el trabajo se dirigirá al sostenimiento de la base constante más que a la promoción y a la diversificación de votantes.

De esta forma, se vislumbra un cierre de administración activamente proselitista y totalmente electoral con lo que, queda la pregunta: ¿qué pasará con la administración pública? Las estructuras de la administración pública se vuelcan en este momento a posiciones de representación electoral debilitando la precaria atención que dedicaron a la de la gestión pública. Además del proselitismo y de la línea, debería haber un proyecto consistente de administración.

[email protected]

jl/I