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Julieta del cosmos

Es reconocida en México y otros países hispanohablantes por su destacada contribución a la comprensión pública de la astronomía para personas de todas las edades, y participa activamente en congresos educativos en todo el mundo. Ha impartido cientos de conferencias públicas y ha participado en exposiciones y conferencias en diversos museos de ciencias (…) La profesora Gossman es entrevistada regularmente por los medios de comunicación y aparece semanalmente en televisión y radio. También ha producido una serie de programas de televisión para escolares y maestros

UNESCO, Kalinga Prize laureate 1995

 

El 19 de septiembre vuelve a configurarse como una fecha de luto para más de alguno. Ahora es la comunidad astronómica y en particular la de divulgación/comunicación de la ciencia la que despide del plano terrenal a una colega que tuvo el don de ser maestra formal e informal de muchos y logró trascender mucho más allá de su propio ámbito y país. Me refiero a la doctora Julieta Norma Fierro Gossman (Ciudad de México, 1948).

Una de las primeras veces que la vi –como decían en algunas transmisiones televisivas del siglo pasado– “en vivo y a todo color” fue en una charla de divulgación en un congreso de la Sociedad Mexicana de Física (SMF). Sus palabras y gestos envolvían a la audiencia. A la hora de las preguntas, quien esto escribe, con la soberbia propia de un estudiante de Física que ya se había enterado que una buena parte de las Matemáticas las habían desarrollado los físicos, le pregunté a la entonces maestra Fierro si en sus investigaciones se había topado con algún problema que requiriera de nuevas matemáticas. Con la humildad característica de las mentes más preclaras y verdaderamente grandes, me dijo que no sabría responderme, para luego nombrar a uno de sus colegas del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien se dedicaba a la cosmología y probablemente tendría una respuesta.

Por actividad incansable y extensa obra recibió el Premio UNESCO Kalinga de Divulgación Científica 1995. En la mención consignan: “Es autora de 23 libros (varios de los cuales se utilizan a nivel nacional en bibliotecas públicas y escolares) y docenas de artículos de divulgación. Escribe regularmente para los periódicos más importantes de México y es fundadora y editora de Orión, la revista mensual del Instituto de Astronomía” (UNESCO, Op. Cit.), 30 años después los números se incrementaron notablemente junto con los reconocimientos: cuatro doctorados honorarios, la silla XXV de la Academia Mexicana de la Lengua, entre otros.

En sus charlas, me resisto a llamarles conferencias, pues ello reviste cierta solemnidad que puede implicar un distanciamiento del público, siempre había un gesto o acción con la cual fortalecía el contacto y diálogo con su audiencia. Podía arrojar dulces, estrellas de papel o libros; salir con una máscara y antenas de extraterrestre, pero sobre todo reafirmaba la importancia de que las niñas y jóvenes se acercaran a la ciencia, DEP.

X: @durrutydealba

jl/I