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Cerrando un ciclo, abrazando un compromiso

Ante la sobresaturación de noticias superficiales y sensacionalistas, y el vacío de diálogo constructivo sobre los problemas críticos, nos sumergimos en la postura pasiva de espectadores, o incluso, ignorantes; y parece como si ejercer el derecho a votar fuera la única forma de participar en los asuntos públicos.

En febrero de 2021 en Jalisco fueron aprobadas dos leyes en materia de desaparición. Después, en mayo fue conformado el primer Consejo Ciudadano de Búsqueda que supervisa su correcta implementación. Durante los últimos tres años he tenido gran honor y responsabilidad de formar parte de este consejo. No suelo escribir sobre mi experiencia personal, sin embargo, cerrar este capítulo es un momento significativo en mi vida. Quisiera expresar un profundo agradecimiento por la confianza depositada, el apoyo y las experiencias compartidas.

Tras haber participado de manera activa en la creación de ambas legislaciones, la decisión de asumir el cargo constituyó un paso natural, desde el firme compromiso con la problemática y para dar continuidad al camino construido con familiares de personas desaparecidas desde años atrás. Su perseverancia siempre ha sido mi mayor fuente de motivación e inspiración. Éste no iba a ser un simple cargo, sino una convicción y una apuesta colectiva para fortalecer la institucionalidad, y fomentar el acceso a la verdad y justicia.

El 25 de abril el consejo presentó su segundo informe de actividades, buscando actuar con mayor transparencia. Fue un registro de memoria de acciones, retos y logros alcanzados, y una herramienta para evaluar el impacto de las intervenciones realizadas. Siendo la primera generación del consejo, tuvimos la importante tarea de sentar bases para su funcionamiento. Entre los principales avances pueden destacarse acciones de rendición de cuentas, impulso continuo de implementación de las leyes, seguimiento al tema forense, presupuesto y registros, elaboración de la Recomendación 01/2023, postura crítica hacia las autoridades, brindar asistencia técnica, así como generación del formato de irregularidades.

Sin embargo, también enfrentamos desafíos notables, buscando aprender de forma constante y adaptarnos a las complejidades del contexto: resistencia para generar un diálogo constructivo con autoridades, incumplimiento de las obligaciones, falta de mecanismos de participación conjunta, necesidad de fortalecer el acercamiento con las familias, ausencia de recursos o el limitado involucramiento de las personas consejeras en las actividades.

Persiste la sensación de que ante la magnitud de la tragedia esta labor no ha sido suficiente. Asimismo, preocupa lo que está por venir, considerando el cambio de gobierno y los retos del proceso de renovación del consejo. No obstante, quisiera confiar en que nuestros esfuerzos permitieron pavimentar el camino para un cambio más duradero.

Concluye un ciclo, pero el compromiso permanece. Desde hace casi nueve años he acompañado a las familias y mi corazón está con su lucha, y junto al equipo del Cepad continuaré exigiendo las garantías de derechos de víctimas y efectiva implementación de las leyes, haciéndolo con la misma dedicación y responsabilidad.

Frente a más de 116 mil personas desaparecidas en México, la demanda por la verdad y justicia es una tarea urgente que como sociedad estamos lejos de concluir. Es esencial exigir propuestas concretas y soluciones en todo momento, no solo durante las transiciones políticas. La construcción de un futuro sin desapariciones requiere una acción colectiva que trascienda las diferencias e intereses individuales, y para lograr los avances significativos es fundamental aprovechar los mecanismos de exigencia y participación ciudadana, como consejos. Cierro con una frase que ha guiado mi camino: Nunca dudes que un pequeño grupo de personas reflexivas y comprometidas puede cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado.

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jl/I