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Plaza GDL, sin vocación

A la nueva alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, le dejaron varias papas calientes listas para cocinar o reventar en cuanto tomara el cargo hace tres meses.

La que hizo más crisis y que se está resolviendo de manera controlada fue la relacionada con la recolección de basura al decidir no renovar la concesión a Caabsa Eagle, pese a las amenazas y presiones para que fuera un fracaso el cambio.

Hasta el momento podría decirse que se pasó la prueba de fuego, aunque no será la única, porque en este tema siempre hay sorpresas y falta que el sistema de recolección municipal se consolide y mantenga un ritmo constante.

Otro problema vigente y que se ha pateado, quizás con toda la intención porque no es un problema visible a los ciudadanos, y afecta a un pequeño sector de comerciantes, es una solución concreta para revivir la Plaza Guadalajara subterránea y activar las ventas de los locatarios.

Este problema tampoco es nuevo, sino heredado, porque nunca quedó clara su vocación, sólo se planeó atraer oficinas de trámites para generar tráfico de personas, pero esto tampoco funcionó.

Las oficinas para sacar el pasaporte, la licencia de conducir, la identificación oficial o hacer pagos de licencias o tesorería tienen baja demanda, y los usuarios sólo acuden a hacer su trámite y se retiran.

Esto también se debe a la soledad de los espacios comerciales, donde casi la mayoría está cerrados o simulada su operación, y los pocos que abren no atraen las miradas de los clientes.

Ya pasó la mejor época de ventas del año, y el gobierno municipal hizo oídos sordos a sus reclamos de mayor difusión de que estaban abiertos y también fue omiso en hacer cumplir con la apertura de los locales porque de lo contrario les quitarían los permisos.

Mientras el comercio ambulante domina los corredores del Centro Histórico, la plaza creada para la venta de productos es un fracaso total.

Los únicos que tienen ventas y ni siquiera para pagar sus gastos son los que venden antojitos como agua, refrescos, papas, botanas y dulces para quitar el hambre del momento, mientras se termina de hacer los trámites y se llega a la casa o al trabajo.

No hay ningún incentivo que invite al tapatío o al visitante nacional o extranjero a bajar a conocer lo que hay ahí, ni siquiera estar a un costado del pasaje subterráneo tradicional de venta de joyería de oro y plata y reparación de relojes atrae gente.

Aquí el gobierno tiene que ser muy creativo para buscar una vocación a esta plaza que despierte el interés del comprador para que la visite, y también de la campaña de difusión que se haga.

Y una vez que definan su nueva imagen obligar a los locatarios a abrir sus espacios, y si este nuevo plan no funcionara, entonces sí es momento de buscar otro giro al lugar porque lleva años y alcaldes que van y vienen en esta simulación comercial, donde el más perjudicado es el comerciante que sí abre su local, aunque también tienen otros espacios de venta dentro y fuera de la ciudad.

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jl/I