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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Para que una mujer obtenga su completa emancipación tendrá que acabar con las ridículas nociones de que ser amada, estar comprometida y ser madre son sinónimo de estar esclavizada o subordinada
Emma Golman
Estamos en el mes de marzo, y a vísperas del día de las pañoletas moradas, las notas rojas recorren las calles; la última nota la leí esta mañana. Sugiero no recurrir a la indolencia, sugiero no sobrecargarse los cuerpos y las mentes, de lo contrario nos quedaríamos inmóviles, sin reacción y sin aparente respuesta.
Inevitablemente ocurrirá: el 8M habrá pañoletas moradas, verdes, rosas, negras. Son tiempos de cubrirse la cara, de amarrarse las faldas y los pantalones. Es momento de mostrar los rostros y revocar el anonimato. Son tiempos de ruido, de preparación, de marchas y pancartas. Porque el “desorden” implica un orden y si hubo algo que se desordenó, no lo iniciamos nosotras, pero estamos decididas a repararlo.
De las mujeres viene el camino, la redirección y los límites. Viene la protesta y las respuestas. Son tiempos de pronunciarnos, a dolor, a gritos, a llantos, a propuestas. Es momento de dedicarnos a comprender las masas. Es momento de revisar los feminismos y hacerlos que suenen a un ritmo. Sugiero que dediquemos tiempo para contemplar el mes de marzo. Sugiero que nos demos el permiso de sentir y percibir con ojos de extranjeros el día 8. Les convoco a acompañar a las mujeres. Nos motivo a ser consuelo y abrigo para las heridas aun abiertas. Les invito a caminar descalzos y a usar guantes blancos, porque en la antesala del juicio, hasta tu propia madre es pecado.
Actualmente tenemos mujeres lideres en importantes puestos estatales y federales, mujeres con la facultad de posibilitar nuevos discursos y evitar replicar antiguas e infértiles acciones. Veamos el feminismo de nuestras gobernantes. Y analicemos por qué nos faltan trescientos años para una equidad e igualdad en materia de género.
Las mujeres reclamamos un espacio que históricamente se nos ha negado. No se los estamos pidiendo, lo estamos tomando. Estamos haciendo que se visibilice la desigualdad y la injusticia. La revolución será feminista y literaria. Leer obras de mujeres es un acto político, es el pago a nuestra deuda histórica. Somos el rostro de las poetas que no pudieron firmar sus obras. Somos la voz de las escritoras que no pudieron publicar sus textos. Somos los ecos de las mujeres que contra su voluntad el día de hoy ya no están más.
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jl/I