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Las mujeres estamos cambiando el sistema

Bienvenidas al infierno de ser feministas, y si sólo te declaras abiertamente como una mujer que defiende sus derechos y los de otras mujeres, también bienvenida al infierno. Porque para los discípulos del patriarcado es mejor seguir perpetuándose. Las gafas moradas no nos van bien a nadie, serás perseguidas, pero para elegir comprender la lucha de las mujeres habría que usar gafas moradas. La periodista Nerea Pérez de las Heras en una de sus entregas nos dice que “gafas moradas” es una metáfora de cómo la consciencia de la desigualdad entre hombres y mujeres te hace ver el mundo distinto. Sostiene que las gafas moradas son horrorosas como complemento, pero son imprescindibles para ver el mundo tal y como es.

Como lo vemos, el patriarcado es fuerte, es muy difícil renunciar a sus privilegios. Desde él se vocifera: “Son unas exageradas, también a mí me están oprimiendo”. Todo parece que la división de colores y de bandos ocurre desde que naces, y si te encuentran o no un bultillo en la entrepierna, de ahí se decide si te otorgan el poder de la fortaleza o la belleza, los dotes de mando o la sensibilidad. Depende del lugar en el que nazcas, te puede tocar la mutilación genital o el matrimonio infantil.

El feminismo no sirve de mucho si no te hace plantearte otras desigualdades. El feminismo es ante todo un movimiento por los derechos humanos que vela por la igualdad y la justicia. El feminismo no es una moda, es la revolución más importante que estamos viviendo, el feminismo está cambiando lo que sucede en el parlamento, en las calles y en nuestras cabezas.

Entre feminismos nos veamos. Entre el feminismo de la libertad y el feminismo de género, Christina Hoff Sommers, filósofa estadounidense y crítica del feminismo contemporáneo, sostiene que el primero combate la discriminación sexual y otras formas de injusticia con las mujeres, mientras que el segundo afirma que las mujeres siguen estando esclavizadas por un sistema omnipresente de dominación del macho.

No habrá mejores momentos, el momento de defender la libertad de expresión es ahora, cuidarla es más fácil que recuperarla. Si no nos expresamos no estamos participando de la toma de decisiones, pero vivimos con las consecuencias. Hay que encontrar maneras de estar en desacuerdo. Hay que separar las ideas de las personas. Hay que cuidar la tendencia a la posverdad, eso que pasa cuando, aunque la información esté, se deja de lado, se siguen las emociones y las creencias. Sin escucha no hay conversación.

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