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Incongruencia institucional

Las personas somos incongruentes una buena parte del tiempo. Afirmamos defender ciertos valores, pero es muy común que realicemos actos que los contradicen. A veces eso ocurre por causa de nuestra limitación humana, puesto que no nos damos cuenta de que nuestras acciones no están de acuerdo con aquello que queremos que oriente nuestra existencia, aunque solemos molestarnos si nos lo hacen notar. 

Las reacciones ante el señalamiento muestran qué tan profunda es la convicción personal que lleva a alguien a proclamar ciertos valores. Digamos que en un extremo están quienes quieren vivir de la manera más congruente posible, y hacen lo necesario para que su conducta vaya coincidiendo con sus valores, incluso si nadie lo nota, mientras que en el otro están quienes sólo quieren aprovechar las ganancias que pueden obtener por aparentar estar a favor de ciertas causas o valores, por lo que su compromiso es simulado, y sus acciones son congruentes sólo cuando alguien las mira. 

Por cierto, en el caso de las instituciones también se dan las incongruencias, y la manera de lidiar con ellas depende de lo que el conjunto de las personas que las integran desea lograr: ser cada vez más coherentes, o solo aparentarlo. 

Todo esto lo comento porque el Congreso del Estado de Jalisco asumió públicamente el compromiso de ir adoptando el modelo de Parlamento Abierto, que se viene impulsando desde hace algunos años como una manera de fortalecer la democracia, creando más espacios para que la población colabore con el Poder Legislativo, a fin de que su trabajo abone efectivamente a mejorar el bienestar general, sin embargo, sus incongruencias son muy evidentes. 

Claro que no es fácil cambiar de conducta, especialmente en el caso de las instituciones, y por eso, desde la Alianza para el Gobierno Abierto se propone que las instituciones que se incorporan a su iniciativa se planteen metas realistas, de alcance relativamente pequeño, pero que efectivamente vayan en la dirección elegida. De hecho, a nivel mundial, el Congreso de Jalisco es una de las pocas instituciones legislativas locales que se han sumado a esa iniciativa. 

Sin embargo, mucho del esfuerzo por construir un modelo de Parlamento Abierto en Jalisco lo han realizado quienes desarrollan el trabajo técnico en el Congreso, mientras que quienes llevan a cabo las labores políticas, las diputadas y diputados, en su mayoría y con honrosas excepciones, al parecer solo aprecian el prestigio que les pueda aportar ese esfuerzo, sin comprometerse. 

¿Por qué lo digo? Basta con ver la manera en que trascurren las sesiones, del pleno o de las comisiones legislativas, que se transmiten por televisión abierta y por Internet, en las que se omite dar lectura a lo que se está discutiendo, de manera que el público no puede saber qué es lo que se aprueba o rechaza, porque además los debates son escasos, lo que hace suponer que los acuerdos se tomaron en otro momento, fuera de la mirada pública. 

Otra muestra de esa transparencia cerrada es la forma en que se trató la propuesta de reforma al sistema anticorrupción que elaboraron instancias sociales, empresariales, académicas e institucionales hace dos años, que se supone que se procesaría bajo la modalidad de parlamento abierto, pero que en los hechos solo sirvió para que Mirza Flores y Salvador Caro presumieran una apertura solo aparente, ya que nunca se puso a consideración de los proponentes la iniciativa de ley, que por cierto ya fue aprobada, para saber si era lo que querían, y según se ha comentado no fue así. La contrarreforma anticorrupción evidencia incongruencia institucional y personal. 

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Twitter: @albayardo

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