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No veo, no oigo, no hago

Los últimos meses, los diputados locales han estado más preocupados por sus temas personales y aspiraciones políticas que en modificar las leyes, realizar exhortos o buscar el diálogo con autoridades ante los problemas que viven los jaliscienses.

Como ciudadanos estamos inmersos en un clima de inseguridad, de desaparecidos, de fraudes, de cobros caros en rentas, agua y prediales, en violencia intrafamiliar, social y escolar, y un sinfín de problemas sociales que los diputados locales pocas veces toman en cuenta y traducen en acciones.

Los posicionamientos políticos sobre estas causas para levantar la voz y hacer reaccionar al gobernante casi casi pasaron a la historia, sólo son usadas cuando hay enojo por algún desacuerdo político y quieren liberar la frustración.

Hay algunos diputados que les indigna alguna situación social y la exponen con fotografías o videos en tribuna y hacen su propuesta, pero ésta queda guardada, traspapelada en el proceso legislativo sin que vea la luz pronto y después se olvida.

Aquí es donde las comisiones se quedan con las propuestas sin estudiar porque la mayoría de las veces no se cumple con los tiempos establecidos en la ley ya que le apuestan a los consensos políticos, que muchas de las veces no llegan o se tardan demasiado, y cuando pasan el dictamen al pleno todavía se politiza más.

La congeladora de la Mesa Directiva se mantiene, pese al cambio de presidente cada seis meses. Ninguno ha logrado abatir este rezago porque precisamente ocurre por la falta de voluntad política para sacar los temas.

Los propios diputados se llegan a quejar de sus compañeros, sobre todo de otros partidos políticos, porque politizan los temas cuando realizan ruedas de prensa o manifestaciones en tribuna para llamar la atención, pero son ellos, quienes detienen los dictámenes y se quedan congelados, y muchas veces sólo logran ver la luz si hay intercambio de favores políticos. Esta dinámica es la única que logra librar la congeladora y evitar que los temas se queden ahí, y que la próxima legislatura pueda desecharlos campantemente.

Los temas que han salido con prontitud son aquéllos de interés de los gobiernos en turno, y aunque hay varios que marcarían la diferencia, no importa, porque no hay acuerdos.

Ni siquiera la actualización de las leyes de ingresos de los ayuntamientos de zona metropolitana se ha concretado por falta de acuerdos políticos, y mientras tanto impera la ilegalidad en el cobro del agua potable sin que a nadie le preocupe que se esté haciendo de manera unilateral e incumpliendo lo que se marca en las leyes que aprueba el mismo Congreso local.

Tampoco la reciente desaparición de los siete jóvenes que trabajaban en el call center ha despertado el interés en algún pronunciamiento político de las bancadas parlamentarias o previsto alguna acción o cambios legales para evitar que este fenómeno siga creciendo.

Este desinterés también se refleja en que llevan toda la legislatura con el pendiente de sacar la ley de víctimas, la cual podría empantanarse, con miras al proceso electoral ni siquiera se ponen fechas para no quedar mal.

Tampoco hacen uso de su fuerza política para hacer pronunciamientos o exhortos que muevan a los entes de gobierno a reaccionar, a explicar o a definir estrategias, y ya no hablamos de comparecencias porque menos se dan, porque el partido en el poder siempre busca evitarlas o hacerlas en lo oscurito.

Y tampoco las bancadas parlamentarias de oposición tienen creatividad para utilizar las redes sociales o los foros públicos para hacer sus pronunciamientos, han estado muy callados y lo estarán hasta que empiece el ambiente electoral.

En este supuesto, pronto los veremos rasgarse las vestiduras, hablar con el ciudadano, creer en sus problemas, supuestamente escucharlos, y hasta prometer solucionarlos, aunque cuando lleguen al cargo público no lo hagan.

Así que al final están con el “no veo, no oigo… y no hago nada”.

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jl/I