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Dejar la FIL fuera de los pleitos

Los paraísos terrenales estarían completos si cuentan con libros. Muchos libros, miles, en uno o varios espacios. Ordenados, apilados, desparramados, abiertos o cerrados, en orden o desorden. En el caso de los impresos, a la espera de ser leídos, subrayados, palpados, cargados, olidos, protegidos. “Toda biblioteca personal es un proyecto de lectura”, ha señalado el filósofo José Gaos.

Los buenos textos escritos son parte de cualquier paraíso, privado o público. O son el paraíso por sí mismos. Abren puertas y ventanas a la información y al conocimiento, a la imaginación y a universos desconocidos. Siembran y florecen ideas, estremecen o enternecen, trasladan al pasado y al futuro. Son compañeros de viajes y de vida. Son una de las grandes obras del ser humano. Recogen descripciones y narraciones, múltiples voces y percepciones, esconden tesoros a hurgar entre sus frases. Se atribuye a Miguel de Cervantes señalar que “un maestro es un libro que habla y un libro es un maestro que, aun silencioso, comunica su pensamiento”.

Que un grupo de políticos organice una manifestación de convencidos y acarreados en contra de uno de los eventos literarios más importantes del mundo deja estupefacto a cualquiera que valore los libros. Que Movimiento Ciudadano (MC) y el gobierno estatal llevaran sus enconos, revanchas y pleitos de poder para llamar a boicotear la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara es un golpe a la inteligencia. Que en esa protesta participara el secretario de Educación de Jalisco es causa de alarma. Porque si bien el ataque era contra el presidente de la FIL, Raúl Padilla López, pedir que no se asistiera buscó dañar también la feria de la cultura y el arte, y de paso a los lectores y a quienes conocen la importancia de los libros.

La FIL no es Padilla López, si bien pasan y pasan directoras de esa feria y el ex rector permanece como si fuera vitalicio el cargo con los beneficios que significa. Con recursos de los jaliscienses, la FIL es promovida por la propia Universidad de Guadalajara, y apoyada por el gobierno estatal y ayuntamientos, además de las casas editoras y los profesionales que acuden. No pertenece ni a un personaje ni a un grupo y, a estas alturas, a ninguna institución, sino a los lectores y lectoras. Es su patrimonio. Y las instituciones deben partir de ese punto para resguardarla y fortalecerla. La FIL trasciende y tendría que trascender siempre, estar por encima de las desavenencias entre los grupos políticos. En esa relación de amor y odio, establecida según les ha convenido a los grupos políticos, universitario y de MC, la FIL no tiene por qué ser rehén.

Las acusaciones, señalamientos y pleitos entre ambos adversarios sí influyen en la FIL, pero debieran ubicarse en otros terrenos. Si el enfrentamiento deriva en denuncias o en otras acciones, eso lo decidirán los contendientes. Unos, defendiendo la autonomía de la casa de estudios, un presupuesto suficiente, apoyos sin condiciones, destacando el relevante papel de la educación, la cultura y la ciencia, y sus aportaciones sociales, como sucedió en la pandemia; otros, cuestionando cacicazgos políticos, negocios personales, el secuestro de la institución y decisiones caprichosas que son menos importantes que las funciones sustantivas.

Cada uno en su postura, no reconoce la hipocresía que ha permeado la relación política entre ambos grupos, que ha sido pragmática o utilitaria, que en su búsqueda de ampliar o expandir su poder, han sido beneficiados de distintas maneras. También, que MC y el gobernador critiquen al grupo de la UdeG, con y sin fundamento, en el fondo revela que desean ocupar uno de los espacios que hasta ahora no controlan. Los otros, el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, ya los tienen. El contrapeso que representa la intelectualidad académica y crítica de la universidad, no.

Mientras resuelven o prolongan su pleito, que la FIL sea terreno neutral, como en las guerras. La FIL no les pertenece.

Twitter: @SergioRenedDios

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