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Los cristales de Von Laue

Una serie inusual y poco ortodoxa de discusiones científicas en un café condujo al ingenioso experimento de Max von Laue que desenmascaró la verdadera identidad de los rayos X 

Joachim Pietzsch, ¿Perspectives: X-ray’s Identity Becomes Crystal Clear’, Nobel Prize Outreach en NobelPrize.org  

 

Actualmente la enseñanza de las ciencias físicas, al menos en lo que puedo visualizar desde mi experiencia en la Universidad de Guadalajara y de lo que me entero al asistir a las reuniones nacionales e internacionales correspondientes, pocos profesores explican o al menos esbozan la perspectiva histórica por la cual los alumnos puedan entender las relaciones entre diversas disciplinas de la física, pues al estudiarse separadamente temas como la luz, la naturaleza de la materia, fenómenos térmicos, por mencionar algunas áreas, pueden considerarlas sin relación alguna aun cuando pudieron tener un origen común. 

Un ejemplo de ello lo tenemos en las investigaciones realizadas poco antes de la Primera Guerra Mundial acerca de la naturaleza de los rayos X en un ambiente intelectual entre los físicos y químicos permeado por la naciente teoría cuántica, y de ello nos da cuenta Joachim Pietzsch en el texto publicado en la sección “Perspectives” correspondiente al premio Nobel en Física otorgado en 1914 a quien falleció el 24 de abril de 1960 en un accidente automovilístico a la edad de 80 años y quien llevó por nombre Max von Laue. 

Elucidar también la naturaleza de la luz, si se comportaba como onda o partícula, era un problema que se discutía, aunado al de una peculiar y misteriosa radiación bautizada por ello como “rayos X”, así según escribe Pietzsch: “Una tarde de febrero de 1912, el físico Peter Paul Ewald buscó el consejo de Von Laue sobre algunas dificultades que estaba teniendo con su tesis doctoral sobre el comportamiento de las ondas electromagnéticas largas en las hipotéticas redes espaciales de los cristales” (Op. Cit.), el genio de Von Laue lo resolvió con el diseño de un ingenioso experimento el cual les permitió atinar a “dos pájaros con una piedra”. 

La disposición experimental era en extremo simple, se colocó un cristal de sulfato de cobre entre un tubo de rayos X y una placa fotográfica, luego nos precisa Pietzsch: “Después de algunos fracasos iniciales, tuvieron éxito el 23 de abril de 1912. Los rayos X que atravesaron el cristal formaron el patrón de puntos brillantes que probaron que la hipótesis era correcta” (Op. Cit.), ese patrón no indicaba otra cosa más que los rayos X al atravesar los espacios entre los átomos del cristal eran difractados, fenómeno estudiado por la óptica el cual indica la naturaleza ondulatoria de los rayos X. 

Max von Laue recibe en 1914 el Nobel de Física “por su descubrimiento de la difracción de rayos X por cristales”, luego al transcurrir de los años esa técnica revelaría su utilidad al discernir la estructura de diversas moléculas entre ellas la de la vida, el ADN.

Twitter: @durrutydealba 

GR/I