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Diputados irrespetuosos

Lo más importante en el actuar de un legislador es el ejercicio de su voto, y esta legislatura se ha caracterizado por aplicar el colmo de los colmos al pedir cambiar el sentido del que había dado, simplemente por distracción.

En todas las legislaturas hay diputados locales que se equivocan cuando emiten su voto; a veces responsabilizan al tablero electrónico, pero la verdad es que esto les pasa por no poner atención en la dinámica de la sesión.

Cualquiera que haya visitado el recinto legislativo percibe que cuando hay una sesión ordinaria o extraordinaria suele haber bullicios y charlas animosas en las curules de los legisladores mientras otro de sus compañeros está en tribuna planteando su propuesta o fijando puntos de vista, y muy pocos le ponen atención.

Pareciera que en la mayoría de los momentos de la sesión, a los diputados locales no les interesa escuchar al otro, incluso las últimas presidentes de la Mesa Directiva han tenido que actuar como maestras pidiendo silencio, una y otra vez. Esto no nos sorprende ni asusta, lo queremos resaltar para evidenciar que estas situaciones los llevan a cometer graves errores durante sus votaciones.

El último caso, patético en la vida legislativa, ocurrió en la sesión del 11 de mayo, cuando se hizo la votación de un exhorto que presentó la oposición para pedir el retiro de la seguridad del Parque San Rafael, favorecer el diálogo y sancionar a quienes han sido omisos en el tema.

Este exhorto al gobierno estatal y municipal de Guadalajara se aprobó con 24 votos a favor, incluidos cuatro de Movimiento Ciudadano, y 10 abstenciones también de Movimiento Ciudadano; así es, diputados del partido en el poder lo avalaron y nadie se dio cuenta en ese momento.

Y esta decisión no es mala ni equívoca, porque al final es la manifestación libre de un legislador, pero para los que votaron así fue políticamente incorrecto para su grupo político, de esos errores imperdonables e injustificables y que cualquier explicación que otorguen no sería válida porque se trató de un descuido y de no poner atención a su tarea principal.

Lo peor fue tratar de justificar su actuar y, después de que pasaron 37 minutos de haber votado, trataron de corregir el sentido de su sufragio pidiendo a la presidente de la Mesa Directiva que querían corregirlo a abstención. Todo para evitar regaños, y se tuvieron que aguantar la vergüenza de hacer público su error.

Esto sorprendió a sus compañeros porque ya no tenía caso hacerlo, más que para salvar su honor con su grupo político, y lo hicieron en cascada que propició la necesidad de una explicación.

De nada servía cambiarlo sólo para complacer su necesidad de asentarlo en el acta para justificar su falta de atención.

Como todos los asuntos se votan por número, pocos se dieron cuenta del error de imitación; es común que cuando no saben qué votan buscan cómo lo hace su coordinador y lo imitan. Lo malo fue que el coordinador parlamentario logró un segundo antes corregirlo, pero el resto no se dio cuenta que cambió de opinión.

La imitación es una actividad recurrente en esta legislatura, no sólo para votar, sino para hacer lo mismo que el otro buscando llamar la atención, cuando lo único que deben hacer es cumplir con sus encomiendas y destacar con ideas propias no viendo lo que hacen los demás.

Algunos diputados locales no tienen respeto a la investidura y ni siquiera cumplen con los básicos. Y así votan por ellos, pero ¿cómo explican su distracción?

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jl/I