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De liberales, neoliberales y libertarios

El liberalismo mexicano… distinguió las libertades políticas y espirituales, del liberalismo económico

Jesús Reyes Heroles

 

Cuando un gobierno no logra cumplir las promesas de campaña, por lo general se busca un culpable a quien responsabilizar de su insolvencia. Es fácil reconocer el principal enemigo del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y a quien culpa en la primera oportunidad de su incapacidad. De acuerdo con la plataforma amlopedia.org, al buscar la palabra “neoliberal” arrojó que se mencionó 3 mil 214 veces en 901 videos. Entonces, el coco de la 4T es esa entelequia ininteligible usada para aterrorizar al pueblo bueno.

Al caer el muro de Berlín se desintegró la Unión Soviética y terminó la Guerra Fría, y el politólogo estadounidense Francis Fukuyama escribió El fin de la historia y el último hombre (1992), en el cual argumentaba que la humanidad había alcanzado un punto de llegada en términos de evolución ideológica y política. Esto es, alegaba que la democracia liberal y el sistema de mercado representan el “fin de la historia”, y que ya no habría un conflicto ideológico que desafiara esa democracia y economía como la forma predominante de organización política y económica en el mundo.

Su tesis fue severamente criticada por un buen sector de la academia y quedó como el “mataperros” (o mataideologías), pues no tuvo en cuenta las diferencias culturales y regionales en su análisis: no todas las sociedades pueden seguir el mismo camino hacia la democracia liberal debido a sus contextos históricos y culturales únicos. A pesar de ello, tanto las democracias liberales como el libre mercado han persistido hasta la fecha, lo cual no quiere decir que en el futuro no surgirán otras formas de organización política y económica.

En su más reciente obra El liberalismo y sus desencantados. Cómo defender y salvaguardar nuestras democracias liberales (2023, Ariel), Fukuyama establece una diferencia entre lo que significa neoliberalismo, libertarismo y liberalismo. Del primero dice que se ha asociado con la escuela de pensamiento económico que enfatiza el papel del mercado sobre la intervención estatal: desregulación, privatización y promoción del libre mercado. Del segundo se caracteriza por su oposición al excesivo intervencionismo estatal y su defensa de la libertad individual como un valor supremo; un rechazo a la regulación estatal de la economía y considera que los gobiernos obstaculizaban a emprendedores e innovadores (Milei en Argentina, el mejor ejemplo).

Definir el liberalismo de manera precisa es difícil debido a su complejidad y a la diversidad de interpretaciones y enfoques que ha experimentado a lo largo de su historia; sin embargo, es un concepto amplio y complejo que abarca una variedad de enfoques y perspectivas, y que se pueden identificar algunos principios centrales comunes: la defensa de los derechos individuales, la democracia, la igualdad ante la ley y la limitación del poder del Estado (en especial, a partir de los controles y contrapesos).

Fukuyama considera que es importante comprender el desencanto con el liberalismo y abordar las causas para preservar el liberalismo como forma de gobierno; considerar la importancia de reconocer y gestionar la diversidad demográfica en la sociedad; destacar la necesidad de un gobierno eficaz y de calidad, pues la confianza en el gobierno es esencial para el funcionamiento de una sociedad liberal; abordar la desigualdad económica y la redistribución de la riqueza de manera sostenible para mantener la estabilidad y evitar la polarización, entre otros principios.

X: @Ismaelortizbarb

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