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La comunicación política hasta junio de 2024

La dimensión de la comunicación política que tocará observar desde este momento y hasta junio del año próximo constituirá un reto importante para las audiencias, que son los electores, por la gran cantidad de mensajes, de fórmulas y estrategias que estarán en juego. La relevancia de la elección se define por el hecho de que, además de la Presidencia de la República, se elegirán más de 20 mil cargos de elección, entre ellos 128 senadores y 500 diputados federales; se renovarán nueve gubernaturas, así como integrantes de 31 congresos locales. Por otra parte, también se elegirán las presidencias municipales. Es decir, el desarrollo del proselitismo político tendrá espacios muy poderosos en la medida en que se trate de lograr las mayores adhesiones partidistas, ofreciendo planes y estrategias de país que deberán ser interesantes para la ciudadanía, es decir, los votantes.

En el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe) se señala que: “Se entiende por actos de campaña las reuniones públicas, asambleas, marchas y en general aquellos en que los candidatos o voceros de los partidos políticos se dirigen al electorado para promover sus candidaturas”. Todo este proselitismo está en movimiento desde hace bastante tiempo, sin embargo, el 18 de junio del presente año hasta la primera semana de septiembre, con el proceso interno de la coalición Juntos Hacemos Historia (JHH), inició el procesamiento para la definición de las fórmulas que representarán a las dos coaliciones más fuertes, donde, además de JHH, también la asociación de los partidos PAN, PRI y PRD que forman la coalición Frente Amplio por México (FAM).

Del impacto del proceso en la prensa escrita, tanto nacional como local, no se encontraron cambios sustanciales en relación con la exposición de los principales actores en contienda. Las dos coaliciones no suscitaron grandes espacios en el conjunto informativo de la prensa escrita. Ciertamente, mayor presencia en la nacional que en la local, sin embargo, a diferencia de lo que podría pensarse, el número de menciones sobre los principales actores se mantuvo con un bajo perfil.

En el caso de JHH se destacaron dos perfiles de los seis participantes: Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. Los demás, en términos de permanencia en la exposición informativa, pasaron por un terreno muy oscuro. Por el lado de la coalición FAM, tres, en proporciones muy diferentes, fueron los principales perfiles registrados: Xóchitl Gálvez, Santiago Creel y, en el último tramo, Beatriz Paredes. La forma en la que se organizó ese complejo aparato de selección de aspirantes, no logró generar un espectro informativo de gran calado.

La circunstancia que sí logró captar la atención mediática fue la controversia del presidente de la República con la candidata Xóchitl Gálvez. En efecto, la presencia del presidente en el proceso de elección interna de los partidos marcó una diferencia importante de visibilización en los medios. En ese sentido, al margen de las coaliciones, las intervenciones del presidente, principalmente denostando a la candidata del FAM, marcó un importante interés de los medios. No se trataba, propiamente, de una controversia con el bloque opositor, sino de una arenga en contra de una de sus aspirantes.

El origen, cantidad y variedad de recursos que se utilizaron para los procesos de selección de aspirantes, definitivamente, no ha estado ni claro, ni a la vista de la ciudadanía. El peso y la insistencia, a través de las plataformas electrónicas, junto con las estrategias generales de campañas, definitivamente constituyen un tema importante en la definición de los costos y de qué o quiénes los aportaron.

Se requerirá una intervención efectiva y seria de los órganos electorales en un proceso que se avizora, complejo, extenso y extremadamente caro. La gran pregunta es ¿tendrán capacidad los órganos electorales de supervisar el enorme reto de la elección 2024?

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jl/I