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Alternancia contingente

…la democracia es un sistema donde los partidos pierden elecciones

Adam Przeworski

 

En las elecciones presidenciales de 1800 en Estados Unidos de América (EUA), contendían John Adams (federalista) y Thomas Jefferson (demócrata-republicano): el primero buscaba la reelección, pero aceptó la derrota ante el segundo. Con ello, se inaugura por primera vez en una república la alternancia entre un partido político y otro. Esta época fue trascendental para la vida democrática de la naciente nación pues, de no haber aceptado Adams entregar el poder a un partido de oposición, se hubiera generado una guerra fratricida, en un tiempo cuando los opositores eran vistos como traidores.

La alternancia es considerada como una característica distintiva de los regímenes democráticos (aunque también puede darse en autoritarios). La alternancia da “esperanza” a los partidos políticos de oposición que, si se cumplen las reglas electorales establecidas en la legislación, tendrán oportunidad de volver al poder o arrebatárselo por primera vez al partido oficial.

Ahora bien, la alternancia puede considerarse desde dos consideraciones: una, que propicie un mejor desempeño en el gobierno con ideas frescas y mejores aptitudes, o que ocurra una decepción por su baja capacidad gubernativa y oriente sus acciones a una polarización política. De igual forma, también tiene que ver con una alternancia de liderazgos (ante la crisis de los partidos políticos) o de alternancia ideológica (ante la ingobernabilidad del régimen). En cualquier caso, la alternancia sin sobresaltos ni conflictos poselectorales es una característica de cierta madurez de un régimen democrático.

En México se han dado tres alternancias: cuando el PAN le ganó al PRI (después de 35 años en el poder) con Fox; cuando el PRI le ganó al PAN con Peña Nieto, y la tercera, cuando Morena con López Obrador le arrebató el poder al PRI. En ninguna de ellas hubo rupturas institucionales; por el contrario, fueron transiciones pacíficas y tersas. Tal vez la única vez que hubo un poco de turbulencia fue en las elecciones presidenciales de 2006, cuando la némesis electoral de AMLO –Calderón– ganó con 236 mil 006 votos (0.56 por ciento) y las subsiguientes protestas del candidato perdedor, aunque aquí no hubo alternancia.

Si la tendencia se mantiene para las elecciones de 2 de junio de 2024, Claudia Sheinbaum invariablemente se convertirá en la próxima presidente de México. Sin embargo, si consideramos que un rasgo distintivo de la democracia es la posibilidad que, como dice Przeworski, la candidata de Morena perdiera, ¿cuál sería la postura de López Obrador? La palabra derrota nunca ha estado en su léxico.

Si bien la alternancia en nuestro país ha sido hasta cierto punto pacífica, la resistencia a la alternancia en otros países del continente no ha sido del todo tersa: recientemente ocurrió con Trump en EUA y con Bolsonaro en Brasil; o se han apropiado y controlado del aparato electoral para resistirse a que la oposición tenga oportunidad de alternarse en el poder (Cuba, Nicaragua, Venezuela) o modificando la constitución para reelegirse (El Salvador, Bolivia). Entre 2019 y 2021 han existido 15 elecciones presidenciales en América Latina: en todas ellas (salvo Nicaragua) hubo alternancia electoral.

La madurez democrática de un país se hace evidente en cuanto la oposición tiene margen suficiente para tener la posibilidad de triunfar en unas elecciones justas y libres. Sin embargo, cuando el Ejecutivo se comporta, no como jefe de Estado, sino como jefe de partido, la contienda electoral tenderá a ladearse hacia la candidatura oficial, reduciendo sensiblemente la perspectiva de alternancia.

 

X: @Ismaelortizbarb

jl/I