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Callar para siempre

Los motivos para exigir la garantía de los derechos humanos en México cada día van en aumento. Sin embargo, para poner un alto a que de forma cotidiana se violenten nuestros derechos, en medio de un contexto de agresiones y amenazas, sólo pocas personas deciden tomar una acción y alzar la voz.

Cada 9 de diciembre se conmemora el Día Internacional de las Personas Defensoras de los Derechos Humanos y el aniversario de la Declaración sobre Defensores y Defensoras de Derechos Humanos de la ONU. Este día tiende a reconocer la valiente e incansable labor de quienes defienden los derechos humanos en la sociedad, pero a su vez nos recuerda la trágica realidad de que el precio de este esfuerzo es perder la vida.

México se ha convertido en uno de los países más letales para la defensa de derechos humanos. En lo particular, ha sido peligroso cuando se trata de resistir ante los proyectos de desarrollo e inversión a gran escala que afectan la tierra, territorio y medio ambiente. A lo largo de los últimos años el ejercicio de esta labor ha sido realizado en un clima cada vez más hostil y en una situación de fragilidad y vulnerabilidad.

Las autoridades han estado ausentes para proveer condiciones adecuadas y seguras para defender los derechos humanos. Su deber de proteger ha sido cumplido a la inversa. Gran parte de las agresiones son ejercidas por parte del mismo Estado, en muchas ocasiones en contubernio con otros actores, privilegiando los intereses económicos y empresariales. En vez de prevenir y proteger, su intención es reprimir, desarticular, paralizar u obstaculizar el trabajo, así como acallar las voces. La ausencia de las autoridades también se ha demostrado en la impunidad estructural ante las agresiones cometidas y la falta de investigaciones con debida diligencia, lo que aún más dificulta sostener su labor y disuadir más ataques a futuro.

La desaparición y ejecución extrajudicial de Higinio Trinidad de la Cruz, defensor de la comunidad indígena nahua en la Sierra de Manantlán, no parece aislada ante este contexto. En la región, debido a su abundancia de recursos minerales y forestales, desde hace décadas las personas defensoras han luchado en contra del proyecto minero y la tala ilegal, y por estas acciones más de 13 de ellas han sido desaparecidas y asesinadas. Esta cruel realidad ha evidenciado tanto el alto nivel de riesgo que se vive en la zona como toda una estructura de complicidad entre las autoridades y los actores particulares.

A esto se suma que los ataques en contra de los comuneros han permanecido en impunidad. Sólo una investigación pronta y exhaustiva que abone al esclarecimiento de los hechos y sanción a las personas responsables de su asesinato pueda contribuir a garantizar un entorno más seguro para la labor de la defensa en la región y evitar más tragedia.

A las personas defensoras les une la resistencia e indignación ante las injusticias, pero también al estar en primera línea de batalla enfrentan oleadas de violencia e intimidación. Urge desde años la generación de estrategias efectivas e integrales que garanticen la prevención y protección de la defensa de derechos humanos que aborde las causas sistémicas, diversas formas de violencias y riesgos desde un enfoque diferencial, interseccional y de género, así como fomentar la cultura de reconocimiento de su labor y los impactos que enfrentan.

Esto incluye a nivel de Jalisco comenzar a revisar y operativizar la Ley para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas, que desde 2016 ha existido sólo en el papel, considerando que la entidad se coloca en los estados con mayor número de agresiones en contra de personas defensoras de la tierra y territorio en el país, y durante el tiempo de la actual administración se contabilizan seis asesinatos de personas defensoras.

La lucha de personas defensoras es una lucha por la vida, el presente y futuro de todas las personas. Su muerte no debe pasar a un número más en la dolorosa lista de asesinatos, y un caso más que quede archivado y no resuelto. No olvidemos a Higinio y su compromiso. A pesar de intentos de callar su voz para siempre, su lucha continúa viva y presente.

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jl/I