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Cuando no interesa entender

Uno de mis amigos militó en el PAN. Luego abandonó por diferencias internas el partido, pero no la ideología. Antes y durante las campañas electorales, diario enviaba memes, videos, textos, audios, gif, etcétera, en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, de Morena y de Claudia Sheinbaum. Pedía a quienes tiene registrados en su celular que replicaran lo que mandaba. Como él, conozco a católicos, empresarios, jóvenes, profesionistas, incluidos académicos que dicen ser de izquierda, y en general simpatizantes de la ex candidata presidencial Xóchitl Gálvez, que intercambiaban mensajes burlándose, insultando, amenazando, sembrando el miedo o la animadversión. Todo lo que hacía o decía el presidente, la candidata de Morena o el partido eran lo que sigue de peor.

Los mensajes de mi amigo, a quien aprecio, y de otros personajes que sigo en redes sociales o en grupos a los que me sumé, me permiten como periodista conocer qué hacen y piensan las derechas y ultraderechas mexicanas. Sus ataques provenían en mucho del hígado o el estómago; eran un cúmulo de calificativos, racistas y clasistas, más que de argumentos sensatos; aferrados a su verdad política que consideraban irrefutable; cargados de numerosas mentiras, sin sustento, ni validados con datos o información; con pronósticos catastrofistas y alarmistas sobre que México va al comunismo, el peso se devaluará hasta costar más de 30, el país será otra Venezuela, el presidente está mal del cerebro, Morena cerrará iglesias, etcétera. Ocasionalmente mi amigo pidió mi opinión y le sugerí revisara sus fuentes. No escuchaba. No tenía caso opinar.

Y no es que Morena, López Obrador o Claudia Sheinbaum no tengan puntos flacos susceptibles de ser criticados o exhibidos. Hay decisiones, resultados y posturas lamentables o criticables, y cuestionarlas es un derecho. Hay que hacerlo. El problema es que las críticas del círculo de mi amigo eran más un desahogo. Afirmaban sin información validada, con visiones prejuiciadas, ideas rígidas y mensajes con cargas emocionales que alertaban de supuestos peligros para el país con gobiernos morenistas. Una y otra vez mi amigo reprodujo los mensajes de quienes piensan igual o parecido. Y lo seguirá haciendo. Y lo seguiré leyendo. Y conoceré lo que circula en redes sociales y mi teléfono celular, esté o no de acuerdo. Igual continuaré revisando mensajes de apologistas de Morena.

Solo que desde este lunes 3 de junio mi amigo no mandó mensajes contra López Obrador, Sheinbaum y Morena. Solo envió textos rositas, ingenuos, de angelitos, florecitas, animalitos y paisajes que desean cosas bonitas.

Imagino que mi amigo está en shock. Desconcertado. Paralizado ante la realidad que no se ajusta a su percepción. No lo ha dicho, ni lo dirá. Se despertó con noticias que colocan a Sheinbaum como presidenta virtual y con el apoyo a la 4T. Hasta hoy no he recibido mensajes con sus reacciones ante la aplastante victoria de quien será la primera presidenta de México. ¿Cómo pretender incidir en lo que se desconoce? No poder explicar cómo pasó lo que pasó y hasta dudar de que sea cierto, como percibí en gente conocida, revela que no entendieron, que no entendieron y que no les interesa entender. Como sucede con la oposición.

X: @SergioRenedDios

jl/I