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A Petra, mi migrante favorita

Mamá, camina con la fuerza de ese espíritu tuyo, alegre y rebelde. Hoy tu camino lleva a la eternidad donde no hay fronteras, permisos o papeles para establecer residencia. Mamá, tú eres mi cómplice migrante favorita, transformaste nuestras vidas. Este es un testimonio de nuestro amor, admiración y gratitud infinitas para ti, Petra, Petrita chica.

Gracias por darte y darnos otra oportunidad; por librar las batallas más duras que nos impusieron la distancia y los años de ausencia. Te digo “gracias, ma”, como a miles de mujeres madres solteras; a padres, hermanas, hermanos, tías y tíos que han tenido el mismo arrojo tuyo de dejar a los suyos y volver cada tanto a la casa para ver y abrazar brevemente a los suyos, a sabiendas de que debían volver a separarse; debían regresar y cruzar caminando el cerro por horas y en cuclillas; otras, escondidas en los matorrales o en la cajuela de un carro; otras caminando por la fila de la garita, o a bordo de un vehículo, mostrando a la autoridad otras identidades y rezando en sus adentros para que no les detuvieran. Esas y otras historias han marcado nuestras vidas; éramos niños y muchas veces nos sentíamos como dentro de una película, pero esa era la vida; tú y otras madres, padres, hijos y hermanos, en verdad arriesgaban la vida, como siguen haciéndolo hoy para trabajar, no para vivir en el norte y sustentar a los suyos. Gracias, ma, y a tantas mujeres como tú, madres y padres migrantes.

Petra, Petrita chica, gracias por salir y entrar hasta cinco o seis veces por la misma garita en San Ysidro, en el mismo día, cuando al fin lograste obtener tu residencia. Me contaste que fue para darte el gusto de que los migras te vieran, te nombraran y te dejaran pasar. Ahora pienso que aquella experiencia fue para exorcizar la tristeza e impotencia que viviste por años, cuando casi una decena de veces, en la frontera otros agentes pudieron detenerte y echarte de esa tierra, que hiciste tu hogar.

Ma, quiero repetirte y repetirme: Gracias por la alegría de tu vida, por mantenerte orgullosa de tu origen; por preparar y repartir cientos de tamales en las noches de Halloween y las Navidades; por decir: “Aquí no hay bromas ni dulces, aquí nomás hay tamales”, y obsequiarlos gustosa a los que llamaban y esperaban haciendo fila en tu puerta. Gracias, mamá, por bailar sin tregua el rock & roll, los mambos y el caballo dorado; por compartir y regalarnos tantas sonrisas; por tus aeróbicos que nos dejaban sin aliento; por organizar aquellas tus rifas y animarnos a probar nuestra suerte e insistirnos en ser felices.

Mamá Petra, tú eres mi cómplice migrante favorita; gracias por hacernos migrantes y llevarnos a caminar, a recorrer y conversar la frontera. Gracias por aprender a ser mamá; por construir y tejer a tu tiempo y a tu estilo, la relación de madre con nosotros, tus hijos. Te amo.

X: @claudiaacn

jl/I