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El abogado de los amparos
Porque nos la quitaron
En una caricatura que circula en la Internet aparece la siguiente frase: Aquellos que no estudian la historia están condenados a repetirla. Y los que la estudian están condenados a ver cómo la historia se repite por culpa de los que no la estudian.
Si bien la frase es cómica, en el fondo es un llamado a quienes nos dedicamos a la academia a no quedarnos en la contemplación, sino a poner lo que sabemos al servicio de la sociedad, para evitar que la historia, con todos sus errores y horrores, se repita. No en balde, la primera parte, atribuida al filósofo George Santayana, se colocó en el ingreso a Auschwitz.
En muchos momentos la labor académica implica ir en contra del consenso de la mayoría, especialmente cuando esa mayoría recurre al argumento erróneo de que por ser muchos la razón está de su lado, y tratan de silenciar a quien les cuestiona su supuesta verdad. No usan la fuerza de la razón, sino la razón de la fuerza.
Esto viene a cuento a raíz del pronunciamiento que un centenar de personas que nos dedicamos a estudiar Estado de derecho, democracia y respeto a los derechos humanos, suscribimos a favor de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN]), que tenía que pronunciarse respecto a si la reforma al poder judicial es respetuosa del espíritu original y fundacional de la Constitución mexicana.
Hay personas, en particular quienes se sienten identificadas con la mayoría legislativa que la aprobó, que consideran ocioso discutir si es constitucional una reforma constitucional, pero en los hechos, esa misma mayoría que la aprobó sabía que la discusión es pertinente, y por eso se apresuró a aprobar otra reforma, con la que trata de blindar sus reformas previas, lo cual confirma su abuso de poder, porque tratan de impedir que alguien revise lo que su mayoría decidió, es decir, usa la razón de la fuerza para impedirlo.
La SCJN finalmente optó por no revisar el asunto, por lo que no sabemos si la reforma al poder judicial es constitucional. Pero, independientemente de esto, creo que cuando se retome la discusión, habrá que considerar los planteamientos del filósofo francés Jean-Jacques Rousseau, quien supo distinguir la voluntad general de la voluntad de la mayoría. ¿Qué quiere decir esto? Que hay acuerdos que van más allá de lo que una mayoría decide, y esos acuerdos son los que se plasman en una Constitución.
Es decir, la voluntad general en México es que no se concentre el poder en unas cuantas manos, sino que se reparta entre varias, de manera que se hagan contrapeso mutuamente, para evitar los abusos de poder, y eso puede ir en contra la voluntad de la mayoría, que puede preferir que el poder se concentre en pocas manos, aunque eso propicie su abuso. Me parece que eso es lo que está en juego con las más recientes reformas constitucionales, y es lo que la SCJN debería haber resuelto, a favor de la voluntad general.
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