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Los aranceles y México

La nueva posposición arancelaria por parte del Trump, al 2 de abril, mantiene la incertidumbre “pateando el bote pa’ adelante” en la relación de Estados Unidos con México. Por lo pronto, la afectación mayor será a las exportaciones de acero y aluminio, que no están reguladas en el TMEC en el mismo plano que la inmensa mayoría de las demás.

Sin embargo, tal posposición no deja de ser una buena noticia, dado lo señalado por Sheinbaum. Para esa fecha, el gobierno norteamericano no sólo está amenazando a sus vecinos sino a todo el mundo, Si los aranceles se aplicaran exclusivamente a Canadá, China y México, estos no sólo se encontrarían en grave desventaja frente a la producción norteamericana, sino frente a los competidores de cualquier lugar del mundo que no tuviera que pagar los mismos aranceles.

¿Qué toca hacer desde México? Lo peor sería pensar que ya no pasó nada tan grave y sigamos por el mismo rumbo. Lo que ha ocurrido (y la incertidumbre sigue) nos muestra la vulnerabilidad de México, al depender de manera tan extrema de la economía norteamericana. La situación actual muestra la importancia de reforzar muchas otras relaciones bilaterales y multilaterales sin que estén los Estados Unidos de por medio.

Una de ellas sería la posibilidad de fortalecer frentes comunes con Canadá (en el marco del TMEC).

Una segunda oportunidad es el acercamiento con los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). La invitación del presidente Lula para que Colombia, México y Uruguay participen en la próxima cumbre BRICS puede ser particularmente importante, al igual que el anuncio de Putin, a inicios de febrero, de integrar a México a la lista de países que pueden comerciar con Rusia, empleando directamente rublos y monedas locales (en nuestro caso los pesos).

Una tercera es el fortalecimiento de proyectos tecnológicos y de inversión conjuntos con América Latina, NO con el fin de establecer articulaciones para exportar a los Estados Unidos (como en la Alianza del Pacífico), sino de fortalecer capacidades regionales latinoamericanas, aprovechando nuestra gran cercanía económica y cultural.

Finalmente, el comercio mexicano con África (particularmente con los países del sur del Sahara), es prácticamente inexistente. Brasil ha demostrado que se pueden establecer relaciones dinámicas con aquel continente, pero habría que construir una estrategia clara al respecto.

¿Y desde Jalisco, qué toca? Nuestra región ha pretendido contar con rasgos distintos a gran parte del resto del país. Sin embargo, se ha vuelto más dependiente aún que la nación ante Estados Unidos. La agricultura se ha reestructurado para dejar de ser “granero de la nación” para  convertirse de lleno en exportador de frutillas (que ni siquiera las nombramos en español, sino como berries), aguacate y jitomate. El campo agavero parece extenderse hasta la Primavera para producir tequila de exportación. En la industria dependemos enormemente de la exportación de productos electrónicos y de autopartes. Somos uno de los principales receptores de remesas desde Estados Unidos y dependemos de la Inversión Extranjera Directa de nuestros vecinos del norte. ¿No es tiempo de revisar nuestra estrategia local? 

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jl/I