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Las humanidades como doctrina

Vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología, y en la que nadie sabe nada de estos temas. Ello constituye una fórmula segura para el desastre

Carl Sagan

 

Ciencia y tecnología son empresas inseparables y columnas fundamentales del desarrollo de la sociedad. Gracias a los descubrimientos científicos y al desarrollo tecnológico ha sido posible mejorar la calidad de vida de las personas y potenciar los procesos de producción material. En la actualidad, ciencia y tecnología son actividades interdependientes, ambas acicaladas por la innovación que les imprime dinamismo y expansión. De ahí la importancia de que el Estado sea garante de su desarrollo, fomento y protección.

México destina solo 0.22 por ciento del producto interno bruto (PIB) del gasto en ciencia y tecnología, cuando el artículo 9-Bis de la Ley de Ciencia y Tecnología establece que “el gasto nacional en este rubro no podrá ser menor al 1 por ciento del producto interno bruto”. El presupuesto para este 2023 no será diferente: si bien éste será de 128 mil 746 millones de pesos (8.3 por ciento más respecto a 2022, pero con una inflación de 8.62 por ciento); de esta cantidad, el Conacyt solo dispondrá de 31 mil 655 millones.

México es el segundo país con mayor producción científica en América Latina (sólo atrás de Brasil); pero a nivel internacional estamos en el lugar 28. De acuerdo con el Índice Global de Innovación (IGI) 2022, nuestro país está el lugar 58 de 132 países (el año anterior ocupó el 55, desplazado por Brasil). El Índice de Competitividad Internacional (ICI) 2022 le da a México la posición 37 de 43 países, con un nivel de competitividad bajo. Estas cifras dan cuenta que México está muy lejos de salir del subdesarrollo científico en que nos encontramos.

La propuesta de la Ley General en Materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (LGMHCTI) presentada en diciembre pasado no intenta acabar con el rezago, sino que se inscribe en una política de Estado propia de la 4T de desmantelar las instituciones –como se está haciendo con otras– y darle un giro ideológico, no con la intención de resolver problemas que enfrenta la ciencia en México (el martes Rosario Piedra Ibarra pretende que la CNDH ahora se llame “defensoría del pueblo”).

Recién se definió el modelo de gobierno de la 4T: “humanismo mexicano”. Con ello se reivindican todas las acciones y narrativas como su sello ideológico. Incluir las “humanidades”, junto con la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI) es ocioso, pues ya existe el Sistema Nacional de Creadores de Arte (SNCA) que incluye varias disciplinas y especialidades artísticas. Es más, en el bachillerato desaparecen las asignaturas de filosofía, que serán desplazadas por una asignatura denominada Humanidades.

Ahora bien, “humanismo” y “humanidades” son conceptos diferentes: la primera se refiera a una “doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos” (RAE) y los valores humanos son universales, no mexicanos; la segunda es un “conjunto de disciplinas que giran en torno al ser humano”. La mañanera está muy alejada del humanismo, donde se polariza y denuesta el pensamiento crítico y adverso.

Apoyar al desarrollo de la CTI en México es tan importante que, si se tuvieran los apoyos e incentivos, no se hubiera tenido que traer tecnología de otros países para construir el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la refinería Dos Bocas, el tren maya y la compra de vacunas contra el coronavirus o medicamentos contra el cáncer. La ciencia no puede contaminarse con propuestas doctrinarias.

Twitter: @ismaelortizbarb

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