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San Fernando, el espejo de México

La semana pasada la periodista Marcela Turati presentó en Jalisco, en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL), su trabajo más recientemente publicado, sobre las fosas clandestinas encontradas en San Fernando, Tamaulipas, en 2011.

El libro San Fernando: última parada es un recuento a muchas voces de los protagonistas de las masacres que se registraron entre 2010 y 2011 en ese sitio fronterizo. Sin embargo, es también, con todas las proporciones guardadas, un diagnóstico de lo que ocurrió en ese lugar, pero a su vez lo que sucede en muchos lugares del país y en algunos municipios de Jalisco.

En el texto, Marcela Turati menciona que en las fosas excavadas en San Fernando las autoridades admitieron el hallazgo de 193 cuerpos, aunque versiones extraoficiales han señalado que pudieron ser 500. En lo que va de este sexenio, según las cifras oficiales de la Fiscalía Especial en Personas Desaparecidas, en Jalisco se han encontrado hasta octubre pasado 147 sitios de inhumación clandestina, de los cuales tan solo 65, es decir, 44 por ciento, corresponden al municipio de Tlajomulco de Zúñiga. De esos lugares han sido rescatados en toda la entidad mil 687 cuerpos.

La investigación sobre lo sucedido en San Fernando, Tamaulipas, es un trabajo de 12 años de reporteo. Marcela Turati, concluyó la también periodista Alejandra Guillén, se convirtió en una especie de comisión de la verdad.

Pero además de armar el rompecabezas de lo ocurrido, el texto también permite entender situaciones similares en otros lugares. Igual podría ser La Barca, Tala, Tlajomulco de Zúñiga, Zapopan o Lagos de Moreno, solo por mencionar algunos municipios de Jalisco en que se han registrado atrocidades.

Hace tiempo que ha quedado claro que las víctimas de desapariciones no necesariamente tienen relación con la delincuencia. En los testimonios recabados sobre San Fernando entre sobrevivientes y familiares de las víctimas, hay evidencias contundentes de que los victimarios deciden al azar en muchos casos y que también reclutan de manera forzada.

Una parte importante de los restos rescatados de fosas en San Fernando son de personas que fueron asesinadas a golpes y, según algunos testimonios, los delincuentes obligaron a las víctimas a atacarse entre sí. En Jalisco, en algunas desapariciones hay sospechas de que se ha utilizado ese método.

¿Las razones de los victimarios? También queda claro que van más allá de la disputa entre grupos de la delincuencia y pueden ser simplemente la saña, la diversión, el consumo de drogas.

También permite ver a los grupos de la delincuencia organizada más allá de la venta de drogas, para entenderlos como una empresa de actividades diversas como la extensión, el tráfico y trata de personas, cobro de piso y despojo, solo por mencionar algunas.

Y uno de los puntos más importantes es el papel de las autoridades. El libro incluye una entrevista con el entonces alcalde de San Fernando, Tomás Gloria Requena, quien no vio nada. En diferentes días, en el municipio que gobernaba, en pleno centro, fueron bajadas de autobuses y secuestradas decenas de personas. Incluso, hay señalamientos sobre la posible participación de policías municipales y hasta el uso de una retroexcavadora propiedad del municipio para cavar las fosas. A pesar de todo eso, el ex funcionario ha tenido una carrera política ascendente.

Como casi todas las historias de desapariciones en México, en San Fernando no hubo investigación, reparación del daño ni justicia y prevaleció la impunidad. San Fernando es, en resumen, ese espejo en el que muchos municipios, también algunos de Jalisco, pueden verse.

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