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Adiós al 2023

¿Cómo le fue a usted este año? ¿Cuáles son sus deseos para el próximo? Son dos preguntas que suelen hacerse por estas fechas que el sistema definió hace mucho tiempo como propias para el consumo desenfrenado, ligándolo a la falsa idea de que ello va de la mano con el festejo. Esencialmente son dos cosas diferentes pero que el sistema, convenientemente, se ha afanado en asemejar, al grado que nos ha convencido de que si no consumimos no podemos festejar y menos ser felices.

Quienes no formamos parte de la minoría económica y política que domina en México no debiéramos caer en la trampa de pretender festejar en su estilo derrochador. No sólo porque no podemos hacerlo, sino, sobre todo, porque en el contexto del colapso climático en que nos encontramos es irresponsable.

El tema no es, entonces, si festejamos o no festejamos, sino cómo lo hacemos. Hay que aprovechar la ocasión para hacerlo a nuestra manera y según nuestras posibilidades sin sentir ninguna frustración. Sabemos que el festejo resultará difícil de realizar completamente en miles de hogares donde habrá una silla vacía, quizá un regalo que no podrá entregarse, un abrazo que tampoco podrá darse y unas palabras contenidas que no podrán verbalizarse. Será así porque, producto de esta guerra infame, están incompletos, porque les han desaparecido a alguno de sus integrantes.

A pesar todo, no rehuyamos al festejo, a la reunión familiar o social. No hay que olvidar que durante la pandemia hasta ese gusto de estar juntos nos quitaron. Aprovechemos para abrazarnos, para brindar y celebrar que estamos vivos, pero también para platicar cómo podemos hacerle para seguir así y con la familia completa. Hagámoslo porque es en familia, en comunidad, como se puede seguir resistiendo esta barbarie. Estoy convencido que la familia, la comunidad, nuestras propias organizaciones, son las mejores barricadas desde donde podemos reconstruir el tejido social para que no sean otros quienes definan nuestro destino y nuestras formas de festejar la vida.

Volviendo a las preguntas iniciales, respecto de la primera, como es común, las posibles respuestas dependen del lugar de donde se mire para evaluar cómo nos fue y lo que deseamos para el año venidero. De esta manera, si se mira desde la perspectiva de esa minoría económica y política privilegiada se ve una cosa, pero, si se contempla desde la perspectiva de las mayorías carentes de todo privilegio, aunque se esté mirando lo mismo, se ve y se siente muy diferente y también por ello se nombra distinto eso que se mira.

Por ejemplo, mientras el gobierno presume que les ha ido muy bien y presume como gran éxito su megaproyecto denominado como Tren Maya, comunidades mayas lo ha nombrado como “Tren Militar”. Precisan, y en ello podemos entender que no les ha ido bien, que a pesar de haber sido inaugurado el 15 de diciembre pasado, éste está inconcluso y en su trayectoria ha devastado la selva maya de Quintana Roo, ha rellenado cenotes y ha destruido una parte de la reserva natural de Calakmul. Otros también han afirmado que tan solo el tramo 5 del “Tren Militar” ha provocado el atropellamiento de seis jaguares y la afectación de 121 cuevas y cenotes.

Son sólo dos ejemplos de opiniones distintas. Como sea, aprovecho la oportunidad desearles a todos los que les ha ido mal, que el próximo hagamos lo propio para estar mejor. Y esa posibilidad no la encontraremos fuera de nosotros mismos, a pesar de todas las promesas que abundarán en 2024.

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jl/I