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San Pedro Itzicán o el desprecio por la vida

A principios de los años noventa del siglo 20 conocí el pueblo de San Pedro Itzicán, municipio de Poncitlán, Jalisco. Fue a partir de esta visita que cambió la imagen que tenía del lago de Chapala. Quedé impresionado por la fuerza y el tamaño de las olas que rompían en las rocas de gran tamaño que se encontraban en las orillas del lago. San Pedro Itzicán es un pueblo de origen indígena Coca y que tenía desde entonces, como una de sus actividades principales para la reproducción de la vida, la siembra y producción de chayotes, así como la pesca. Los entramados de las chayoteras adornaban los grandes corrales de las casas del pueblo y era común encontrarse con alguna persona bajo su sombra tejiendo la red o la tarraya para la pesca.

Desde la montaña de San Pedro Itzicán, igual que en Mezcala, se pueden apreciar los mejores paisajes del lago de Chapala. Y éste es un punto importante para entender los procesos destructivos que están viviendo ambos pueblos.

Como casi todos los pueblos mexicanos que se localizan en la ribera de algún cuerpo de agua, en San Pedro Itzicán la vida transcurría tranquila y aunque siempre se le ha caracterizado a este pueblo como pobre, la disposición de bienes naturales básicos les permitía reproducir la vida con cierta facilidad y autonomía. El "progreso y el desarrollo" aún no llegaban por estos rumbos. En aquellos tiempos no era fácil llegar al pueblo porque no había carretera asfaltada y el camino era de terracería y muy pedregoso.

Pero resulta que ahora que ya tienen carretera y que se puede llegar fácilmente al pueblo están peor que antes. Cínicamente sorprendidos nos enteramos que producto de la contaminación de sus aguas ya han fallecido más de 200 personas y que más de 150 niños manifiestan padecimientos en los riñones (enfermedades renales). Esto era una cuestión de tiempo porque, como sabemos, el efecto de la contaminación tanto del lago de Chapala como de los ríos subterráneos o manantiales de los que se abastece este pueblo, si no se hace nada para contenerla, podrá tardar pero llega.

Y llegó, pero ni así quienes deberían de prevenir y resolver el problema hacen mayor cosa. A estas alturas resulta incomprensible que este pueblo de no más de cinco mil habitantes carezca de agua potable. El ayuntamiento de Poncitlán, gobernado por tanto años por el cacicazgo de la familia Montes (los de los dulces), el gobierno de Jalisco o hasta el gobierno federal podrían alterar un poco sus prioridades para atender de emergencia a este pueblo que está siendo exterminado. Al no hacerlo demuestran el desprecio que tienen por la vida de la gente de estos pueblos y tras de tal desprecio se evidencia el objetivo central: acabar con ellos, desplazarlos o que los que sobrevivan terminen por abandonar su territorio para así, sin resistencia alguna, despojarlos y realizar los proyectos de "desarrollos inmobiliarios" que desde hace años, diversos capitalistas tienen considerados en estos lugares.

Como sabemos en la ribera del lago de Chapala hay otras poblaciones que también están siendo afectadas por diversos agentes contaminantes. En Mezcala, Jocotepec, Tuxcueca, por ejemplo, ya existen evidencias de esto y tampoco se está haciendo nada. O mejor dicho sí, el gobierno está haciendo exactamente lo que considera que debe hacer. Lo bueno es que, aunque pagando un alto costo, poco a poco, ya nos estamos dando cuenta de eso.

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