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La Sedena por encima de los diputados

Es un lugar común afirmar que en política la forma es fondo, y esto es así debido a que en muchos casos el poder se escenifica, dada su dimensión simbólica. De modo que la manera en que los actores políticos se tratan entre sí pone en evidencia las relaciones de poder que existen entre ellos.

En ese sentido, la manera en que se está dando la relación entre el titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), el general Luis Cresencio Sandoval, y la Cámara de Diputados pone en evidencia quién tiene más poder, más allá de lo que se especifica en la Constitución y las leyes reglamentarias.

La semana pasada la Comisión de Defensa Nacional de la Cámara de Diputados citó al titular de la Sedena para que explicara el contexto en el que se dio el hackeo llevado a cabo por el grupo Guacamaya, algo normal, dada la gravedad del hecho. Incluso, sería una irresponsabilidad de los diputados no involucrarse en el asunto.

Para ayudar a dimensionar lo que ocurrió, el grupo Guacamaya obtuvo 6 terabytes de información de la Sedena, lo que equivale a casi 2 mil películas de alta definición o 6 millones de horas de audio en formato MP3, o igualmente 6 millones de fotografías en formato jpeg. Como se puede ver, es una cantidad enorme de información, que puede abarcar cuestiones irrelevantes, pero podrían estar incluidos planes, procedimientos y protocolos, además de información que podría poner en riesgo al propio personal de la Sedena o a quienes están bajo su resguardo.

Si, además, tomamos en cuenta el hecho de que la Sedena está a cargo de edificaciones, aduanas, bancos, y todas las demás actividades que el presidente les ha encomendado, queda aún más clara la gravedad de lo ocurrido.

Por otra parte, la propia Auditoría Superior de la Federación, una instancia auxiliar de la Cámara de Diputados, ya le había advertido a la Sedena que su red informática era vulnerable a un ataque cibernético, como el que efectuó Guacamaya, así que surge la duda legítima sobre la manera en que esa observación se manejó, dado que en los hechos no se protegió la información.

De modo que, reitero, es normal que desde la Cámara de Diputados quieran saber qué ocurrió, pues solo de esa manera pueden saber si la situación ya se corrigió o si es necesario que intervengan y de qué manera pueden colaborar para evitar que esa situación se repita, y por eso convocaron al general Sandoval. Es parte de su trabajo como representantes de la nación, y es su obligación.

Sin embargo, el general Sandoval se negó en primera instancia a acudir a la Cámara de Diputados, y en su defecto convocó a los diputados de la Comisión de Defensa Nacional a su despacho, lo cual fue aceptado. Ese solo hecho muestra que el titular de la Sedena tiene más poder que los diputados, por el manejo de las formas. Pero, tomando como pretexto la carta que le dirigió al respecto un diputado integrante de esa comisión, canceló de manera indefinida la reunión.

Esta situación es muy grave, especialmente porque a lo largo de tres sexenios se le ha ido otorgando cada vez más poder y recursos a la Sedena, aunque en el presente ese proceso se ha acelerado mucho. Y dado que el poder sin contrapesos corrompe, nos estamos arriesgando a tener en un futuro no muy lejano, un Ejército corrupto y con mucho poder, y viendo la experiencia de otros países latinoamericanos en casos como ese, la situación es muy peligrosa. ¿De verdad queremos arriesgarnos a eso? Porque es probable que el siguiente presidente consolide esa situación. ¿Cómo lo sé? Porque lo que comenzó Calderón, lo continuó Peña y lo profundizó López Obrador.

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Twitter: @albayardo

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