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El infierno seguirá viniendo

Los especialistas en medio ambiente señalan que, en la actualidad, al quemar combustibles fósiles como fuentes de energía en todo el planeta estamos devolviendo a la atmósfera, en unas cuantas décadas, el bióxido de carbono que a las plantas les tomó millones de años absorber y llevarlo bajo tierra.

Es el bióxido de carbono uno de los tres principales gases de efecto invernadero que afecta el cambio climático. El segundo es el óxido nitroso, que se genera en la producción de fertilizantes y productos sintéticos. El tercero es el metano; se asocia sobre todo a la cría de ganado vacuno, es decir, al consumo de carne y lácteos.

Explican los científicos del clima que estos gases funcionan como una especie de manta que obstaculiza el reflejo hacia el espacio de los rayos solares y es en ese sentido que provocan un efecto similar al de un invernadero que va calentando al planeta.

Katharine Hayhoe, científica jefe de Nature Conservancy en EU y profesora de la Universidad Tecnológica de Texas, señaló que “la civilización humana se basa en un clima estable, pero nos estamos moviendo mucho más allá del rango estable”.

Junio fue el mes más caliente registrado en el planeta. La tendencia continuó y el 6 de julio se declaró el día más caliente, por lo menos desde 1979, cuando se inició la medición por medio de satélites.

No se trata de una elevación lineal de la temperatura; 2016 fue el más caliente, seguido de 2020 y posiblemente este 2023 sea similar.

En México, el 1 de julio se registró una temperatura histórica de 50.2 grados en un medio urbano: Mexicali, Baja California. Han ocurrido por lo menos 100 fallecimientos por golpes de calor en el país y México tiene ahora la mayor temperatura mundial registrada fuera de un pueblo o ciudad habitada, con 80 grados centígrados en el desierto de Sonora.

Los gobiernos de los países ricos del planeta predican mucho el uso de fuentes de energía renovables y no contaminantes, destacando el uso de la energía del viento, la energía solar, la hidroeléctrica o la energía de las mareas. Pero no planean una reducción del uso de los combustibles fósiles.

La paradoja es que el calentamiento global no se detendría aun si la gente de todo el mundo dejara de quemar combustibles fósiles mañana, pues el calor almacenado seguiría calentando la atmósfera por varios años.

El calor se acumula y se almacena principalmente en los océanos, que asumen el papel de radiadores. El calor se distribuye en todo el mundo a través del clima y las corrientes oceánicas.

Los océanos seguirán almacenando calor e intercambiándolo con la atmósfera. Incluso si se detuvieran las emisiones, el exceso de calor que se ha ido acumulando en el océano desde la época preindustrial influiría en el clima durante otros 100 años o más.

La posibilidad de que la política pueda tener impactos medibles en 10 años en lugar de varias décadas podría motivar esfuerzos más positivos para eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera.

Pero hoy en día, los países no están cerca de terminar con el uso de combustibles fósiles. Todo apunta a que la humanidad seguirá experimentando el calentamiento global en las próximas décadas, o sea, un infierno creciente.

En conclusión, cuanto menos dióxido de carbono liberemos los humanos, mejor será la humanidad. El calentamiento y el comportamiento humano comprometidos apuntan a la necesidad de acelerar los esfuerzos tanto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero como para adaptarse a este planeta que se calienta ahora, en lugar de simplemente hablar y hacer futurismo.

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